Si se mira por el lado bueno, el Villarreal se ha liberado de la presión de tener que mantenerse invicto en Liga. Pero lo cierto es que la derrota a última hora contra el Eibar supone un frenazo inesperado, más después de ir ganando hasta los últimos 10 minutos tras un tanto de penalti de Bruno. Los amarillos se derrumbaron, perdieron su habitual seguridad defensiva y permitieron que Ramis y Pedro León voltearan un triunfo que se rozaba con la punta de los dedos. Primera derrota liguera que deja quinto al submarino y aleja a dos puntos la Champions.

El desenlace del duelo dejó en nada la recompensa con la que se marchó al descanso el Villarreal. Una recompensa que se antojaba excesiva, a la vista de los méritos desplegados en el primer acto. Los amarillos mostraron una de sus versiones menos fluidas, en parte por la falta de ideas y en parte por la presión de un Eibar que no deseaba verse noqueado por la contundencia ofensiva del submarino.

Desde el arranque, quedó claro que los de Mendilibar no iban a permitir el juego combinativo de su rival y lo consiguieron incrementado la intensidad defensiva. Las tarjetas y las faltas, que trabaron el ritmo del duelo, evidenciaron la dificultad que tuvo el Villarreal para desplegar su propuesta. Los castellonenses, que únicamente presentaban el regreso de Castillejo al once como única novedad en la alineación, buscaban quebrar la dinámica del duelo mediante el talento individual. El interior andaluz, acompañado por Sansone y Soriano, buscaron hacer la guerra por su cuenta, pero Ramis y Lejeune fueron un muro infranqueable.

Contagiado por el horario, el partido se desplegó perezoso, a la expectativa de que alguien lo dinamitara. Sólo los errores ajenos podían insuflar vida a un duelo que no encontraba su personalidad. Riesgo fue el encargado de despertar al Villarreal gracias a una cantada propia de Enrico Caruso. El portero del Eibar se comió un saque de esquina de Castillejo y permitió a Musachcio rematar solo en el área. Pero el argentino se trabó en el disparo y Ramis, providencial, alejó el peligro.

Esto sucedía en el minuto 25 y era la primera jugada de peligro destacada del enfrentamiento. Una muestra de la falta de claridad ofensiva de ambos contendientes, con más encuentra lo que tenía que perder que lo que podían ganar. Hasta que apareció Sansone, el hombre más activo de la delantaro amarilla. Recibió un pase de Roberto Soriano en el interior del área y supo esconder la pelota para que Lejeune le derribara. Penalti, otro más para el Villarreal, que Bruno se encargaba de anotar con la paradinha más larga del mundo.

Minuto 40 y el submarino conseguía una recompensa inesperada. El objetivo ahora era defender el resultado ante un Eibar, después de sus últimos tropiezos ligueros, obligado a buscar a tumba abierta la igualada.

El Villarreal decidió que la mejor forma de defender era teniendo el balón. Así fue hasta que el duelo se cortocircuitó y el Eibar encerró a su rival en el área. El asedio duró diez minutos apenas, del 58 al 68, pero los vascos convirtieron a Asenjo en el salvador. Primero fue un disparo cercano de Pedro León y, posteriormente, una doble ocasión en el corazón del área de Kike García y Sergio Enrich, que el portero palentino evitó que se convirtieron en gol. Cerró estos minutos de agobio un cabezazo de Sergi Enrich, a centro de Inui, que se marchó demasiado alto.

Pero, cuando el Villarreal había vuelto a atar a su rival, la seguridad defensiva de los amarillos se derrumbó y regaló el triunfo al Eibar. Primero, en el minuto 80, un falta de Pedro León se convirtió en un barullo en el área que resolvió, con un movimiento de delantero centro, el central Iván Ramis. Siete minutos después, una contra conducida por Sergio Enrich, dejó a Pedro León solo ante Asenjo. No perdonó y castigaba a un Villarreal al que le pasó factura su falta de ambición, cuando ya no podía reaccionar.