Tal parece que en una reunión clandestina de los dioses del Olimpo, estos, decidieron que ya bastaba con la broma de un tal Mariano Rajoy al frente de la gobernanza de España y decidieron inspirar a un político que ni siquiera era diputado, para que todo y la escasa presencia de su partido en el Congreso de los Diputados, presentara una moción de censura, condenada al fracaso en la impresión del poder establecido, que esbozó una sonrisa de complacencia, de incredulidad y displicencia.

El joven político, Secretario General de un partido que lo había sido todo, apenas sí era nada aunque ya había dado muestras de una fe en sí mismo capaz de llevarle por todos los rincones de España a lomos de un vehículo de propiedad personal, para contrarrestar el poder ascendente de una compañera de partido que aspiraba, como él, a la Secretaría General, y a la que derrotó inesperadamente, lo cual se conoce que le dio alas y, a la chita callando, inmediatamente después de que el Gobierno de la nación hubiera conseguido la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, le plantó una moción de censura y lo hizo, con dos cojones, ante el asombro y la incredulidad del poder establecido que le tomó a broma. Dónde iba aquel muchacho con tan solo cuarenta y ocho diputados y sin disponer de un lugar en el Parlamento del que había dimitido. Aquella era una aventura condenada al fracaso. Pero como ya habíamos dicho que los dioses del Olimpo habían decidido protegerle, alentarle y desbrozarle el camino, en un pis pas consiguió el apoyo de la mayoría que no tenía, ganó la moción de censura y fue revestido Presidente del Gobierno ante la mayúscula sorpresa de todo el mundo. Y todo con la ayuda de su escudero, el valenciano José Luis Ábalos, poco menos que su alter ego, y ahí te quería yo ver.

La Comunitat Valenciana necesita, como el comer, abrirse a Europa en compañía del resto de autonomías ribereñas del Mediterráneo, lo que resulta esencial para el desarrollo integral de una economía productiva, y para lo que la puesta en servicio del llamado Corredor Mediterráneo resulta principal. Sin la presencia hasta hace poco de un lobby empresarial -ahora y afortunadamente ya en marcha-, el proyecto se había venido resistiendo porque la presión valenciana ante el gobierno de la nación había dado escasos frutos, dado que la autoridad central y centralista había estado dando largas a un proyecto creador de riqueza aprovechando la vocación exportadora de todo el litoral. Con el cambio de gobierno las cosas pueden ser distintas, también porque entre los colaboradores directos del nuevo Presidente del Gobierno, el corredor soñado puede emprender el ritmo necesario, por mucho que, en un principio, la actual legislatura será breve; con todo y con eso, los valencianos tenemos derecho a pensar que la presencia en el Gobierno del valenciano Ábalos podría acelerar la puesta en servicio del Corredor.

El panorama político ha cambiado, la Comunitat Valenciana, aún siendo el vivero de votos del Partido Popular, nunca ha sido tratada con la justicia distributiva que merece, antes al contrario, se está ante una situación extrema, con una deuda enorme, causada por políticos dirigentes del Partido Popular, alguno de los cuales duerme ahora mismo en la cárcel, lo que es necesario revertir y tiene que cambiar. Es menester una actuación justa del poder político y no solo en beneficio nuestro, sino en todo el corredor ribereño del Mediterráneo, una apuesta que generaría riqueza, puestos de trabajo, en una acción social de primer orden, para Catalunya, Comunitat Valenciana, Murcia y Andalucía, es decir, también buena parte de España.

Y no será fácil: el actual Gobierno de España tiene decidido gobernar con los Presupuestos Generales del Estado heredados del gobierno anterior, con lo que deberá atenderse a ellos, y allí se encontrarán partidas que puedan soportar los costos del Corredor, o no, con el agravante del carácter más o menos provisional del actual Ejecutivo, pues que está previsto una duración del mismo que no irá más allá de entrado el invierno, cuando se convocarán elecciones generales, celebradas las cuales todo puede ser igual o diametralmente distinto.

Es tiempo pues de jugar fuerte. La presencia de Ábalos en el Gobierno de la nación no está para cuidar, incluso mimar, de los asuntos valencianos, sino para cumplir con su deber en el área que le corresponda, por lo que resultaría inaudito esperar una atención desmedida para con las necesidades de la Comunitat en perjuicio de los demás, si bien ya hemos soportado suficientes humillaciones del centralismo liberal.

No se está ante el capricho de unos iluminados que pretenden alcanzar un trato de favor desaforado, buena parte de las infraestructuras necesarias son ya un hecho. No queda sino el impulso final, en beneficio, insisto, de Catalunya, Valencia, Murcia y buena parte de Andalucía, lo que no es cualquier cosa.