No hace tanto, solo hay que remontarse dos décadas atrás, estaba plenamente instalada una rutina social matinal que, de súbito, se ha diluido: comprar el pan y el correspondiente ejemplar de prensa afín en el quiosco, y de paso echar una ojeada al resto de cabeceras.

En los últimos años y por mor de la crisis económica y de la irrupción de los periódicos digitales, la prensa de papel vive en el filo de la navaja. No obstante, los periódicos tradicionales se resisten a entregar definitivamente el testigo a los digitales.

En esta lucha de supervivencia, la prensa cuenta aún con aliados irreductibles, y entre ellos, los vendedores de prensa diaria y revistas: los quiosqueros. Y todo ello pese a la caída de un 50% en la venta directa de periódicos en la última década.

En la provincia de Castelló, el colectivo comenzó a organizarse para defender sus intereses en 2004, cuando se constituyo la Asociación de Comerciantes de Prensa de Castelló y Provincia (Aquiprensa). La asociación surgió como necesidad de agrupar a todos los vendedores de prensa de la provincia para aunarlos en una sola voz a la hora de defender nuestras demandas», afirma Ismael Bonet, presidente de Aquiprensa en los últimos diez años. «Nada más constituirnos nos integramos en la confederación nacional y, además, también formamos parte de la federación valenciana», añade.

La asociación, superado el efecto de la crisis, que abocó a muchos quiosqueros a bajar la persiana del negocio, cuenta con 65 asociados. En la última década, las ventas de periódicos han caído un 50% y un 25% de quioscos ha cerrado.

Los servicios que presta la asociación a sus miembros van desde la asesoría jurídica a fiscal. «Somos conscientes de los problemas que tienen los quiosqueros, sobre todo con las distribuidoras, y ahí está la asociación para hacer de interlocutor». «La distribución es fundamental. El periódico tiene que estar a primera hora en el quiosco», añade Bonet.

El presidente de Aquiprensa incide en que uno de los problemas importantes del sector está vinculado a la aún vigente Ley de Prensa y Distribución del año 1972. «Esta norma incluye algunos artículos que favorecen a las distribuidoras en detrimento de los intereses de los quiosqueros», dice Bonet. «Las distribuidoras aún nos siguen cobrando portes. Y ofrecen más descuentos a las ciudades grandes (más de 500.000 habitantes), lo que supone una desventaja para los vendedores de poblaciones más pequeñas», añade.

Bonet insiste en que una de sus primeras demandas es, por tanto, la derogación de la norma de 1972. «Los portes y costes por recibir la mercancía nos están ahogando. Es necesario solucionar este problema con urgencia», asevera. Recientemente, se ha constituido la Comisión Nacional de Vendedores Prensa, como único interlocutor valido entre editores, distribuidores y vendedores, resalta Bonet.

El empresario afirma que la crisis fue determinante en la caída de venta de periódicos. Y junto a ello el presidente de Aquiprensa apunta a la irrupción de los digitales que, a su juicio, ha tenido más efecto entre los jóvenes que entre los lectores más veteranos. «Estamos acostumbrando a nuestros jóvenes a que no compren la prensa de papel, a leer o incluso a mal leer en el móvil. La prensa de papel es algo primario, imperioso y básico para la lectura», razona.

Bonet apunta otro de los problemas que tienen que afrontar los vendedores de prensa, sobre todo los que inician la actividad desde cero. «Hay trabas a la hora de poner en marcha nuevos quioscos o traspasos. Los nuevos vendedores tienen que asumir unos portes exagerados y, además, está el problema añadido de los avales que exigen las distribuidoras», argumenta.

Este nuevo panorama de la prensa a llevado a los quiosqueros a diversificar su oferta. «El núcleo del negocio del quiosco es la venta de periódicos y revistas. Pero han incrementado su oferta, con la venta de tabaco, y otros han añadido la venta de libros, chuches, juguetes, cromos, o incluso bebidas», explica.

Bonet, además de empresario, es un amante del periódico, pero alerta sobre su futuro. «Me gustaría que la prensa de papel no desapareciera, es la esencia del quiosco. Pero hay que ponerse las pilas entre todos, porque de lo contrario su futuro es poco alentador. Los costes suben y el margen se estrecha», concluye.