Lo mejor de todo es que el Villarreal perdió sólo por 3-1. El vendaval del Espanyol dejó sobre el césped un muñeco zarandeado por todos lados, empequeñecido por un conjunto exuberante y descarado al que únicamente la falta de puntería le castiga. Javi Calleja ya se pasea en la cuerda floja, con su equipo a un punto del descenso, después de un día más en el que la defensa amarilla mostró una debilidad imperdonable y la unidad ofensiva fue incapaz de despertar al muerto.

Y le puede dar las gracias el Villarreal a Borja Iglesias porque el delantero gallego le perdonó la vida a los amarillos en el primer acto del partido. Barrido por el huracán blanquiazul, el conjunto de Javi Calleja se marchó al descanso con un botín mucho mayor del esperado. No sin suspense y después de 3 minutos de espera tras la consulta al VAR por un posible fuera de juego, Ekambi nivelaba al filo del descanso una contienda en la que le podrían haber caído un carro al Villarreal.

Un saque de esquina, un balón colgado por Layún y un remate de Funes Mori rechazado por Diego López, permitieron al franco-camerunés empatar un duelo que ya amenazaba con hecatombe amarilla. Y es que los primeros 20 minutos evidenciaron todas las carencias defensivas de un submarino. Con su propuesta de combinación y velocidad, un Espanyol desatado se adelantó en el minuto 7 por convencimiento. Borja Iglesias se la llevó ante Víctor Ruiz, quebró a Álvaro y se la cedió Hernán Pérez que, con un globito, batía a Asenjo.

Pero el castigo no se quedó ahí. Iglesias, en el primer minuto, ya había perdonado en una jugada en la que la grada reclamó penalti y el gallego vio cómo, antes del primer cuarto de hora, Sergio Asenjo le hurtaba un tanto y desperdiciaba otro con un disparo al lateral de la red.

La constante era el error defensivo y la tromba perica. Adornado por el talento inmenso de Sergio García, solo la falta de puntería local mantuvo con vida a los amarillos. Intentó despertar el Villarreal que, impulsado por Fornals, se acercó al gol en el minuto 21 con un disparo de Ekambi que detuvo Diego López.

Pero el gol permitió tomar aire a un Villarreal que saltó en la reanudación con la lección aprendida. Apretó los dientes atrás para buscar una contra que le permitiese rescatar el trofeo mayor. Tocaba aguantar ante un Espanyol que, si bien había reducido la intensidad, no renunciaba a una victoria que él mismo se había condenado a no conseguir.

Ejecutó a la perfección el plan el Villarreal durante más de media hora. Supo la zaga amarilla abortar las intentonas de un Espanyol al que le faltaba la claridad del primer tiempo. Solo algún disparo lejano, como el de Dídac Vilà al arranque del segundo acto, o centros al área, como el que perdonó Borja Iglesias en el minuto, atenazaban a Asenjo.

Pero la aguas iban subiendo con el paso de los minutos y los hombres de refresco. Dio un paso adelante el conjunto perico con la salida de Baptistao y, al siguiente minuto, Darder convertía en gol, con un disparo desde el punto de penalti, un pase desde la derecha de Javi López.

Una vez más, las urgencias atenazaron al Villarreal. Una historia que amenaza con convertirse en repetitiva. Tocó a rebato el conjunto de Calleja y Gerard cazó una contra preciosa. Pero se le hizo de noche y su disparo se encontró con el pecho de Diego López.

En pleno desconcierto amarillo, Piatti aprovechó para sentenciar en el descuento. Aprovechó una de las innumerables contras para batir a un Asenjo vendido y destrozar al muñeco que camina perdido en la niebla.