Paula Fuster emprendió hace más de dos meses una de sus aventuras más enriquecedoras hasta la fecha: realizar el Camino de Santiago desde la puerta de su casa, a pie y sola. La joven, natural de Castelló y residente en Almassora, llegó el pasado 8 de octubre a Santiago de Compostela, cincuenta días después de iniciar el viaje y recorrió un total de 1.161 kilómetros. Fue tan positiva la experiencia que, a pesar de no tenerlo previsto, amplió su viaje hasta Finisterre, por lo que hizo en total 1.251 kilómetros. Tras su llegada a Almassora, la joven incide en los aspectos positivos de haber realizado el viaje en solitario.

Para empezar, ¿cuántas etapas realizó desde que salió de su casa en Almassora?

He realizado alrededor de 49 etapas. Empecé en Almassora y me dirigí a Castelló, a la Ermita de la Magdalena. Llegué a Morella y ya entré a la zona de Teruel y luego Zaragoza. Hasta ahí tardé dos semanas y luego otra semana hasta Logroño. Pero hubo un día que solo realicé seis kilómetros porque quería quedarme en dos pueblos. Y es que el viajar sola te da una libertad total.

¿Cuándo empezó a encontrar a gente durante el Camino?

Hasta Logroño solo me encontré a dos ciclistas. Pero añadir que, al principio, me han acompañado varias personas durante seis días. El tercer día mi amiga Aina, de Benlloc. De Catí a Morella me acompañó mi novio Kike. Tres días seguidos estuve con mi padre y con él entré a Teruel. Y en Zaragoza, que no estaba planeado, vino mi amiga Paula e hicimos una etapa juntas. A partir de Zaragoza ya no tenía reserva en ningún hostal ni albergue y ya no tenía nada planeado.

¿Ha tenido alguna dificultad durante el trayecto del Camino en la provincia?

En Catí y Morella había unos trozos con muchas zarzas y que casi no se podía ir. Habría que controlar que el camino esté bien adecuado para realizarlo sin problema.

¿Y en algún momento ha sentido miedo?

Al principio mis temores podían ser los hombres, las tormentas y tener dolencias en los pies, pero no ha ocurrido nada de ello. Y me he encontrado con algo que ni me planteé: los perros sueltos en el Camino.

Han sido muchos días en los que ha viajado sola, ¿qué ha hecho durante todo ese tiempo?

Pensar mucho porque durante el Camino piensas de todo, recuerdas cosas como que te imaginas, planes de futuro, pero siempre pensamientos muy positivos.

¿Y por qué decidió hacer el Camino sola?

Siempre se espera que haces el Camino para cambiar algo, pero yo no quería cambiar nada, lo mío era un reto personal y poder lograr hacer el Camino sola. Además, tanto conocer a gente se me han abierto nuevos mundos y me han surgido preguntas sobre la meditación, temas místicos, mundos que conozco poco. Así que me fui sin querer cambiar nada y he vuelto queriendo aprender nuevas cosas. Ahora tengo más preguntas.

¿Podría comentar alguna anécdota que ha tenido durante el Camino?

El día que llegué a Zaragoza me encontré a un hombre de Castelló, que estaba haciendo el Camino solo en bicicleta y me reconoció por el artículo que salió publicado (en Levante de Castelló el 20 de septiembre).

Después de la experiencia, ¿recomendaría realizar el Camino en solitario ?

La pregunta más bien tendría que ser, ¿por qué no? es decir, hay muchos motivos para hacerlo, hay tantos motivos como personas hay. Además, al hacerlo en solitario el sentimiento de libertad es total, nadie te va a condicionar la manera de hacer el Camino ni la gente que quieres conocer o dejar de conocer durante el mismo. En mi caso he conocido a varias personas, sobre todo extranjeros, que aún seguimos en contacto.

¿Y qué recomendaciones daría a esas personas?

No juzgar y estar abierta a conocer a la gente y aprender de los demás. Porque cada uno tiene su historia, su vida, y es muy buena oportunidad para conocer muchas vidas, muchos puntos de vista.

Ya por último, ¿repetiría la experiencia?

No, porque algo que me ha gustado mucho, lo dejo como está. Y es por ello que no quiero repetirlo porque quiero que el recuerdo se quede así, porque me ha gustado mucho.