Los paisajes de la Vall d’Albaida han sido el mejor campo de pruebas para Xavier Mollà (Ontinyent, 1946) desde sus precoces inicios. Comenzó en el mundo de la fotografía a los 14 años y desde una experiencia autodidacta ha publicado más de 20 proyectos, varios de ellos desde una óptica audiovisual y expuesto en diversos países del arco internacional. Su último experimento tiene mucho de sociológico. Con la «La circumstància de Carrícola» ha conseguido entusiasmar a las más de cien personas vinculadas al pueblo que han accedido a aparecer.

¿Por qué escogió Carrícola para esta experiencia sociológica?

Es un pueblo distinto, muy apegado a la sierra, que no ha sucumbido a la especulación urbanística y donde en los últimos años se ha hecho una defensa muy fuerte del medio ambiente. Carrícola tiene una identidad colectiva que no tienen otras poblaciones valencianas y la escena artística está encontrando una gran acogida. La idea era fotografiar a todo ese colectivo de habitantes de todas las edades utilizando la técnica del retrato.

¿Qué respuesta obtuvo de los vecinos? ¿Costó convencerles?

La respuesta fue fantástica. Desde el ayuntamiento se hizo una llamada para que todos aquellos interesados en aparecer en el trabajo participaran en la sesión fotográfica. La única condición para participar era que vinieran de oscuro . Ha habido gente que no ha querido salir, pero al final he podido contar con 147 personas, muchas de ellas residentes del pueblo que emigraron a otras poblaciones y que vuelven en verano o los fines de semana porque tienen algún vínculo con Carrícola. Hay que tener en cuenta que el municipio sólo tiene 89 habitantes censados durante la mayor parte del año. Hay mucha expectación entre la gente por conocer el resultado, que aún es una sorpresa para ellos.

Hablamos de que esta obra tiene un trasfondo sociológico, pero no deja de ser una apuesta innovadora y a la vez arriesgada. ¿Qué persigue exactamente mostrando los rostros de los vecinos de todo un pueblo?

La propuesta es mostrar cómo eran los habitantes de Carrícola entre mayo y junio de 2012, sin más. Como si alguien hubiera parado el tiempo y hoy dijeramos: «el pueblo era así, así eran los rostros de sus gentes».

La idea se redondea con la filmación de un «cómo se hizo» con imágenes de la sesión.

El audiovisual y la fotografía son disciplinas que están estrechamente unidas. Rodar con cámaras de video nos ha permitido mostrar un making off del proyecto muy estimulante, comprobar cómo se ha forjado. Hoy se presenta ese audiovisual, una animación de minuto y medio que recopila la sucesión de todos los retratos en movimiento.

Usted se dedica por entero al mundo de la fotografía, pero ¿es posible vivir únicamente de su vertiente artística?

Hoy por hoy es imposible. Se trata de un producto muy caro donde hay que renovarse e innovar continuamente. Me dedico a la fotografía en su vertiente publicitaria y de moda, y también soy docente universitario. Moverte mucho y hacer cosas diferentes es lo que te permite explotar luego una fotografía más creativa.