El historiador Roc Chabàs dejó escrito en su «Historia de la ciudad de Dénia», de 1876, un vívido relato del naufragio. Recordó que ocurrió un sábado de pasión y que la fragata «quedó presa sobre unos peñascos»de la Punta del Sard. «Los pobres que se echaban al agua perecían casi todos antes de alcanzar la costa». Chabàs destacó el «noble empeño» de los marineros de Dénia que desafiaron el temporal y «ejercieron la caridad de aquellos infelices». Pero la Guadalupe, echa pedazos, se fue a pique y «sepultó a muchos infelices». Chabàs elevó a 147 el número de muertos.

El presbítero Carlos Vallès indicó en su «Diana desenterrada», de 1886, que la fragata quedó varada «por no tener conocimiento (su capitán) de la costa». El comisario de Dénia, Tomás Vives, ordenó a todos los marineros de Dénia acudir a socorrer «a los afligidos náufragos». La tempestad acabó por «hacer pedazos» la fragata, «quedando muchos sepultados en las aguas entre los cañones, y los demás encima de los trozos o tablas». Este historiador describió que el mar «se llevó con sus furiosas olas ahora uno, ahora otro, los cuales ya no salían a tierra».