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Reforestación

El "tomicus" o la reconquista vegetal de la montaña del Puig

El Puig estudia reforestar la Patà con vegetación autóctona tras haber destruido la plaga el bosque creado durante el franquismo

El "tomicus" o la reconquista vegetal de la montaña del Puig

En lo alto de la Muntanya de la Patà del Puig de Santa Maria sobreviven las ruinas del antiguo castillo, primero moro y después cristiano, que los historiadores vinculan a Jaume I y a la batalla decisiva para la conquista cristiana del Reino de Valencia. Durante décadas, estas ruinas permanecieron ocultas por un bosque de pinos que le daba a este montículo „y a su hermano, el de Santa Bàrbara, con el que dibuja el paisaje del municipio„ el aspecto y color verde intenso de un paraje más continental que mediterráneo. Pero entre 2013 y 2014 ese magnífico pinar paso del verde al marrón y acabó desapareciendo entre ruidos de motosierra. ¿Un lavado de cara vegetal para poner en valor la histórica construcción defensiva? No, se trató más bien del ataque masivo de un pequeño insecto, el Tomicus, que, en forma de plaga, acabó con el 70 % de la vegetación de los dos montículos del Puig y obligó al ayuntamiento a cortar los árboles afectados para que la destrucción no fuera total.

¿Una lástima? Pudiera ser, pero también una oportunidad para que el paisaje con el que posiblemente se encontró Jaume I cuando sus huestes se asentaron en aquel lugar y, según la tradición, descubrieron aquella pequeña imagen de la virgen que les guió en la victoria final contra el enemigo infiel. Así lo opina, al menos, el historiador, filósofo y cronista oficial del Puig, Julio Badenes, que además forma parte del equipo asesor que montó el ayuntamiento el pasado mes de febrero en su labor para intentar frenar aquel insecto que chupaba ávido la savia vital de miles de pinos. «Tras reflexionar sobre cuál podría ser mi aportación a este equipo „explica Badenes„, decidí mostrar el inmenso valor que posee conservar nuestro patrimonio histórico».

Para ello, Badenes se «escabulló» en los archivos «hasta encontrar las referencias más antiguas que poseemos sobre la flora que había en la montaña de la Patà del Puig de Santa María, en la que el tomicus estaba realizando estragos. El documento más antiguo que hallé es "Capitols y ordenacions de la Vila del Puig del año 1657". Allí, se nombra que en los montes había esparto, coscoja (carrasca o árbol de la encina), algarrobos, olivos y moreras. Unos cien años más tarde, en 1784, Bernardo Espinalt, en la página 97 de su "Atlante español", tomo VIII, al describir la villa del Puig afirma que "está rodeada de montes no muy altos, todos llenos de moreras, olivos, almendros, nogales, viñas, y otros varios árboles".

Este era, pues, el tipo de arbolado que persistió hasta la mitad del siglo XX. Entonces, ¿de dónde salieron todos estos pinos que ahora estaba destruyendo el tomicus. Según explica Badenes, en la etapa franquista, desde 1940 a 1972 se puso en marcha un Plan Nacional de Repoblación con el que se talaron los árboles y bosques autóctonos y se repobló indiscriminadamente con especies de crecimiento rápido (pinos y eucaliptos).

«Árbol inadecuado»

El historiador ha localizado un libro de fiestas de 1962 en el que un artículo hace referencia a los 12.000 pinos que se habían plantado en la Patà. Se trata, asevera Badenes, de un árbol «totalmente inadecuado para este tipo de terreno de rodeno, con un perfil de suelo muy pobre en materia orgánica, en donde aflora inmediatamente el manto rocoso que dificulta el crecimiento del pino. Si nos fijamos en la montaña, la mayoría de los pinos, después de 50 años, apenas han crecido a lo alto y a lo ancho. Sin embargo, los pinos que se sitúan en la cima han llegado a tener un inmenso tronco y una gran altura. Ello se debe a que han crecido teniendo como base, a modo de inmenso macetero con tierra, las diferentes dependencias o salas del castillo, llenas de tierra y material arqueológico, que se fue depositando tras mil años de historia».

Por todo ello, en la comisión municipal el cronista del Puig propuso repoblar con esa flora autóctona que Badenes ha mostrado documentalmente que existía „y aún persiste en algunos lugares„en las zonas de monte del Puig. «El equipo que estuvo en las reuniones (representantes de los partidos políticos y profesionales de la agronomía) estuvo de acuerdo con esta iniciativa», añade el historiador.

También indica el historiador que al repoblar la montaña durante el franquismo «nunca se tuvo en cuenta que había un monumento histórico de primer orden. Y no se valoró que las raíces de los pinos son terriblemente perjudiciales cerca de una construcción. Así, han abierto y agrietado muros y otros elementos del castillo». El Plan Director del castillo de la Patà, aprobado el año pasado, ya prevé que una próxima reforestación se base en monte bajo cerca del castillo para evitar que los árboles agredan los yacimientos arqueológicos.

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