La labor pedagógica de Antoni Llidó en Quatretondeta y Balones tiene también un lugar destacado para la familia y los allegados del sacerdote de Xàbia. Para Toni Espinós, secretario de la Fundació Cirne, la entidad que custodia el legado de Llidó tras la disolución de la asociación creada por la familia en 2011, «él sabía cuál era la circunstancia social y política de un pueblo, y por eso pensó que se debía solucionar. Eso es tomar conciencia de lo que pasa». A su juicio, «si hubieran dejado que Antoni siguiera allí habría escampado sus ideas por otros pueblos, pero claro, eso era peligrosísimo desde la óptica de las autoridades de la época». Coincide plenamente con la visión de Ferran Zurriaga, cuñado del cura y maestro: «Fue una pequeña revolución en los dos pueblos, una especie de misión pedagógica de alfabetización y emancipación de la gente del medio rural». Se felicita, además, de que la tarea continuara con el párroco que sucedió a Llidó, José Martínez Taroncher. Algunos alumnos como Ramón Vercher también siguieron dando clases a otros.

Zurriaga hace hincapié en cómo «impresionan los periodos de la vida de Antoni, tan cortos y tan intensos». La estancia del párroco en estas localidades de El Comtat apenas duró cuatro años, y terminó hace ya más de 50, pero la familia mantiene el vínculo con ellas. «Hemos seguido yendo allí», señala la hermana del sacerdote, Pepa Llidó. «Su recuerdo está allí, en la gente; lo querían mucho», añade. La correspondencia que Antoni Llidó mantuvo con sus antiguos pupilos forma parte de la extensa bibliografía publicada sobre él, en la que destaca la tesis doctoral del periodista e historiador de Novelda Mario Amorós, cuyo título lo define como «un sacerdote revolucionario».