En Aras de los Olmos, los tradicionales megáfonos que anuncian bandos, fallecimientos e instrucciones a los vecinos fueron sustituidos hace tiempo por una aplicación móvil que permite a los vecinos tener en su bolsillo información actualizada el minuto sobre su localidad. Además, en 2011 el ayuntamiento instaló una red de conexión wi-fi en todo el pueblo. Los que necesiten pedir cita en el consultorio médico o el ayuntamiento deben hacerlo a través de la página web y para los que resulte complicado, hay talleres que ayudan a los vecinos y vecinas a aprender cómo manejarse con la nueva herramienta digital.

De eso va el libro Innovación e Inteligencia Artificial al servicio del Desarrollo Rural, el resultado de la primera edición de la Universidad de Verano de Aras de los Olmos, organizado por la Universitat de València en 2018. Se escogió esta localidad por la estrecha relación que tiene con la ciencia, tanto a través del Observatorio Astronómico como con la arqueología. La tecnología al servicio de los vecinos es solo una de las ramas que estudió este encuentro académico. Con él, la aplicación de la Inteligencia Artificial, las Tecnologías de la Información y la Comunicación y el Big Data en la agricultura, la ganadería, el turismo, la industria y los servicios sociales de las zonas del interior valenciano.

Ayer fue la presentación oficial del libro recopilando las conclusiones de la universidad de verano. El coordinador de la publicación, Emilio Soria, lo dejó claro: «La Inteligencia Artificial es la nueva electricidad». Con esa rotundidad quiso demostrar que ya está en todas partes y solo se resiste a algunos entornos, como puede ser el rural. Sin embargo, el alcalde de Aras de los Olmos, Rafael Giménez, fue rotundo al afirmar que la Inteligencia Artificial «es un tren que el mundo rural no puede dejar pasar». Desde la perspectiva de la agricultura, el primer edil cree que va a necesitar de la tecnología para poder hacer frente al cambio climático y sus consecuencias: «Los apicultores aseguran que hay un desfase entre la vegetación y la polinización de las abejas. Las flores se han adelantado 30 días a la época habitual y el crecimiento de las abejas ha seguido su curso. Cuando salgan, las flores ya habrán caído», explicó. El ejemplo sirve para mostrar la gravedad del cambio climático en zonas de campo: la polinización se antoja difícil este año y medir sus consecuencias tampoco será fácil.

Como también explicó Juan Pablo Peñarrubia, Jefe de Innovación de la Diputación de València, el futuro pasa por reconvertir dos profesiones tan tradicionales como la agricultura y la ganadería. Poner a su servicio la robótica y la Inteligencia Artificial para hacerlo más rentable. «Ahora ya nadie va a regar por aquí, desde el móvil se controla el riego y la recogida de naranjas, por ejemplo, la podrán hacer robots, como eliminar las malas hierbas y dejar las que prevengan plagas en un campo», vaticinó.

El director general de Administración Local, Toni Such, reconoció que debe ser la Administración la que llegue al nivel de investigación que la empresa privada para garantizar que puede llegar a todos por igual.

Hasta entonces, es la Universitat de València quien llevó en 2018 este debate a una zona acusada por la despoblación.Como recordó el vicerrector de Proyección Territorial y Sociedad de la universidad, Jorge Hermosilla, los territorios rurales «llevan siglos amenazados, no solo ahora, lo que ha dado lugar a una falta de igualdad de oportunidades». Esa circunstancia aún se agrava más al comprobar que el entorno rural está «envejecido, masculinizado y es pasivo», aseguró.