¡Menudo tesoro! La fachada es modesta. Y el cartel («Caldo. Lencería, cortesería, todo para el bebé y niños») no da muchas pistas. Pero es traspasar el umbral y entrar en una de esas maravillosas tiendas de siempre. Los anaqueles de madera están repletos de todo. El negocio mantiene la esencia de las antiguas mercerías. Es centenario. Pepa atiende con la amabilidad de los comerciantes que llevan tras el mostrador toda una vida. No hay cliente que se marche sin encontrar lo que busca. Esta tienda es todo un universo. Pero la mercería centenaria bajará la persiana cuando Pepa se jubile. Ella asegura que mantiene la tienda abierta porque el local es de la familia y no tiene que pagar alquiler. Y echa de menos esos días en los que el centro histórico de Teulada era un ir y venir de vecinos. La oficina de Correos, el viejo ayuntamiento... daban vida a estas estrechas y bellas calles.

Sobran dedos en una mano para contar los comercios que resisten en la «Teulada gótica amurallada». Ese fue el nombre que se le puso a este casco antiguo cuando el 7 de diciembre de 2007 el Consell lo declaró Bien de Interés Cultural (BIC). Esa figura, además de preservar la singularidad histórica y arquitectónica de las calles y casas que antiguamente estaban intramuros, debía dar alas a este núcleo urbano. El BIC era la oportunidad para poner en el mapa del turismo esta joya gótica. También debía atraer a nuevos vecinos. Las casas son de una preciosa sencillez. Los arcos de medio punto y las puertas adinteladas, construidos con dovelas de piedra tosca, los ventanales enmarcados también de tosca, roca caliza que adorna igualmente los cantones, aportan una armonía única a este núcleo urbano.

Pero la realidad ha sido otra. Otro negocio que aguanta es el supermercado de la familia Baydal de la Plaça dels Porxes, el rovellet de l’ou de la Teulada gótica. Este negocio, una tienda de proximidad de alimentación excelentemente surtida, es otro milagro. Hace unos 60 años abrió como comercio de ultramarinos. La familia supo adaptarse a los nuevos tiempos y la transformó en un super sin pretensiones, pero que da un servicio impagable.

Este colmado no puede competir, claro está, con los grandes supermercados, al igual que la mercería centenaria no puede plantar batalla a los bazares y a las compras online. Pero como negocios singulares y únicos no tienen igual.

El contratiempo más fuerte para estas últimas tiendas tradicionales y para la vida misma de este centro histórico es que los vecinos se mudan a otras calles más modernas. Dejan las casas y prefieren vivir allí donde pueden aparcar en la puerta o en el garaje de la finca. Basta con dar una vuelta por estas callejuelas para cerciorarse de que la Teulada gótica se vacía. Hay más de diez casas a la venta en el pequeño meollo de este centro histórico.

Que este casco antiguo agoniza, como tantos otros, que este fenómeno no es exclusivo de Teulada, salta, por tanto, a la vista. Ahora el ayuntamiento ha encargado la redacción de un plan especial para flexibilizar y aclarar la normativa del BIC. La arquitectura ha evolucionado mucho y es compatible reformar las casas y hacerlas cómodas y modernas (por dentro, claro) y mantener en las fachadas la impronta gótica de siempre.

Un centro histórico que no cuenta ni con un bar

El comercio busca su lugar en el mundo. Mantener la esencia y hacer que la experiencia de comprar sea tan especial como traspasar la puerta de la mercería centenaria de Pepa son la clave para diferenciarse. Mientras, los negocios que sí cuajan en los centros históricos de Dénia, Xàbia y Calp son los bares y restaurantes. Pero en la Teulada gótica no hay ni un bar. Hay que salir a la plaza del «nuevo» ayuntamiento. Está a un paso, eso también es cierto. Pero seguramente este pueblo será de los pocos en los que en la plazoleta de la iglesia, aquí la de Santa Caterina, no se puede tomar un café.