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Valencia lidera la lucha mundial contra la fascioliasis, una enfermedad altamente patógena que hace dos décadas afectaba a dos mil personas en el mundo y en la actualidad ha infectado a 17 millones en 78 países.

Detrás de esta zoonosis está la fasciola hepática, un parásito que entra en el organismo como larva y dos meses después de estar alojado en los conductos biliares se convierte en un gusano que mide 1,5 y 3 cm.

El parásito se aloja en el intestino de la cabaña ovina, bovina o caprina que es su reservorio natural. Sale con las heces y contamina el agua de rios y arroyos. Las larvas en el agua se alojan en otro huésped: el caracol al que colonizan en menos de 24 horas para sobrevivir. Una vez crecidas, las larvas lo abandonan y se dirigen hacia las hierbas de la orilla para adherirse a sus hojas, donde se enquistan.

Entran en el ser humano con la alimentación (berros), atraviesan la pared intestinal y los conductos biliares donde se alojan hasta convertirse en gusanos de 3 cm.