Paco Cerdá

Valencia

La web mercadosmedievales.net bulle como una plaza pública que aguarda una justa caballeresca de la Edad Media. En este rincón de internet se cuelgan los mercados medievales que van a celebrarse en las próximas fechas. En la provincia de Valencia hay previstos 24 mercados medievales o de época (60 días en total) desde hoy hasta finales de octubre. Es decir, uno casi todas las semanas. No es de extrañar. Alrededor de 20 empresas valencianas explotan la recreación del medievo y, según los datos facilitados por algunos promotores de estas ferias, el negocio da de comer a "miles de valencianos". Sólo en la recreación histórica de los Borja que acogió Llombai hace tres semanas participaron más de 500 personas, entre mercaderes, montadores, artesanos y artistas.

Iniciado en España a mitad de los años noventa, el negocio del medievo ha madurado y ya se lo puede considerar un subsector más de la pequeña y mediana empresa. El secreto de este boom parece simple: a los ayuntamientos les sale muy barato, o incluso gratis,y les permite "colgarse una medalla" ante su población/electorado. Así lo explica Dolores Sánchez, impulsora de la Asociación Cultural de Mercados Temáticos y Medievales.

Ella organiza dos o tres mercados medievales al mes y asegura que 40 familias dependen de su trabajo. La organización es muy sencilla. Su empresa llama a las puertas de un ayuntamiento y le ofrece un mercado medieval. El consistorio sólo ha de ceder la vía pública. Luego, la empresa alquila los puestos a los mercaderes (cobra entre 60 y 70 euros a cada expositor) y costea la decoración y la animación: cetrería, gaiteros, danza del vientre, brujos, artesanos, malabaristasÉ Si el ayuntamiento aporta dinero, la animación y los espectáculos serán de mayor calidad. Por norma general, destaca Dolores Sánchez, de un mercado medieval puede obtener en torno a los 3.000 euros de ganancias. Y si el ayuntamiento ayuda, los ingresos oscilan entre 5.000 y 6.000 euros. A priori, todos felices.

Sin embargo, esta estructura de contratación y funcionamiento que copian decenas de empresas esconde una deriva peligrosa para el sector: la vulgarización y el desprestigio del mercado medieval. Eso es lo que teme Antonio Marí, impulsor de la empresa valenciana más fuerte del sector: La Fragua de Vulcano.

Ellos no hablan de mercados ni de ferias. Lo suyo es la producción de espectáculos grandiosos que cuestan entre 15.000 y 200.000 euros. Por ello, Marí critica que "han proliferado las empresitas que organizan un mercado medieval o su sucedáneo por cero euros y los ayuntamientos se han apuntado a ese carro". "Pero luego -añade- te encuentras con que los mercaderes van con zapatillas de deporte, que venden productos anacrónicos como discos o relojes de Disney, y que no tienen ningún rigor histórico", denuncia. Ellos, en cambio, para montar su próximo espectáculo (la recreación de la época de los Borja en Xàtiva, los días 6 y 7 de marzo) han recurrido a los servicios del historiador local Vicent Ribes para ser lo más fieles posible. Debido al tamaño que está alcanzando el sector, La Fragua de Vulcano pide "una normativa que lo regule" y que establezca unos mínimos de calidad.

Divulgación de oficios

A caballo entre uno y otro modelo se queda el caso de Trencadís, una asociación valenciana de artesanos que organiza ferias medievales de dos días con 20 ó 25 expositores a cambio de unos 2.000 euros. Los contrata la Diputación de Valencia a través del Servicio de Asistencia y Recursos Culturales. Y su objetivo, según cuenta su socio Manuel Marco, es "ofertar una actividad cultural más allá del simple comercio y buscar la divulgación y la recuperación de los oficios tradicionales. Y eso no lo podemos hacer de forma gratuita", justifica. Así pues, para albergar su mercado hay que pagar. Pero a los ayuntamientos, agrega Manuel Marco, tener en sus calles esta animación durante dos días "les cuesta menos que media hora de una orquesta". Y es en ese bajo coste donde radica la fuerza de la Edad Media en el siglo XXI.

El catedrático de Historia Medieval de la Universitat de València, Antoni Furió, considera que la proliferación de mercados medievales ha servido para divulgar una época demasiado estereotipada en el imaginario colectivo. Según explica Furió, "la Edad Media es la base de la cultura occidental. Es la época en la que nace el comercio, las ciudades, las universidades o la imprenta. Hasta ahora -añade el candidato a rector de la UV-, la imagen más difundida del periodo medieval era "la de los castillos, las damas, los caballeros y los señores feudales". Los mercados medievales, asegura, han trasladado otra realidad medieval: "la de los oficios artesanales y la de una sociedad dinámica de gente que trabaja".

Todo ello, claro, con con algunos matices. Para este reputado medievalista, "los organizadores deberían documentarse más para representar mejor la Edad Media, por ejemplo en los ropajes que cuadran poco con el clima mediterráneo, y dejar de basarse tanto en tópicos". Porque si no, viene a decir Antoni Furió, al final parecerá que nuestros antepasados medievales se pasaban el día en medio de cetrería, malabares, espectáculos con fuego y soplando vidrio. p. cerdàvalencia