En el último disco de Al Tall, dedicado a Jaume I, una frase resuena con especial vigor: "Vergonya, cavallers, vergonya, feu de la llei vella una fruita nova". La antigua norma que invoca el grupo valenciano son los Furs instaurados por el monarca de Montpellier. Y el fruto moderno que exigen a los cavallers/políticos es la instauración de leyes rescatad en el derecho foral que modernizó el antiguo Regne de València. A esa música le puso letra el constitucionalista y politólogo Vicent Franch.

En la segunda conferencia del ciclo sobre valencianismo que acoge la Universitat de València, Franch hizo un alegato foralista e instó a la Generalitat a que haga valer las competencias de "recuperación foral" que le concede el nuevo Estatut d'Autonomia de 2006 para revertir, dijo, "la depredación de nuestros derechos y libertades cometida por los vencedores de Almansa". En especial, como fija el artículo 7.1 del Estatut, Franch defendió la recuperación del entramado institucional del histórico Regne de València y su propia onomástica. Así se hizo en 1982 al rescatar las figuras de la Generalitat, las Corts, el Consell o el Síndic de Greuges. Ahora, dijo Franch, toca avanzar y "recuperar el nombre foral de órganos, cargos y oficios de los municipios", modificados en el siglo XIX.

Es hora, proclamó Franch, de que el alcalde pase a denominarse batle. Que el concejal recupere la denominación de jurat. Que al ayuntamiento se lo llame casa de la vila. Que no haya junta de gobierno sino consell de govern. Que el nombre "paramilitar" de teniente de alcalde mute a cap de consell de govern. Que el pleno vuelva a ser el poético cor de la vila. Que la Concejalía de Urbanismo troque en la antigua Junta de murs e valls. Que no haya secretario municipal sino escribà de cartes, y que el interventor recupere aquel nombre de mostassaf. Que el policía local sea el cap de guaita y que el recaudador de impuestos vuelva a llamarse peiter. Y por si fuera poco, que las leyes autonómicas se llamen furs, y al Estatut se lo conozca como Fur General. "Ya lo traduciremos después a los castellanos", zanjó Franch.

"Son mandamientos, no consejos"

Sin embargo, no sólo se trata de simbólica onomástica. "Todas las leyes de las Corts han de promover la recuperación de los derechos pertenecientes a los Furs", dijo Franch blandiendo el Estatut. "No son simples recomendaciones, sino mandamientos inexcusables que la Generalitat no puede rehuir", resumió el profesor de la Universitat de València, actualmente dedicado sólo a la investigación.

Pero ahora mismo, lamentó Vicent Franch, nada de su sueño figura en la agenda parlamentaria. "La acción legislativa ha ignorado la invocación foral de 2006 y los resultados obtenidos han sido muy tímidos", criticó. Las leyes ya están ahí, añadió, "pero no hemos sido capaces de conectar nuestro pasado foral con las leyes actuales".

"El foralismo como opción política es practicamente inexistente" admitió. A diferencia de los vascos y navarros, en la Comunitat Valenciana "no tenemos tradición contemporánea foralista". "El neoforalismo valenciano del siglo XVIII fue intelectual pero sin concreción posible. Así que nuestro foralismo era tan débil que después sólo fue una fórmula adoptada por el carlismo valenciano frente al estado liberal. Y este carácter retrasado e impopular del foralismo hizo que ni tan siquiera el valencianismo del siglo XX se acordara de él", explicó Franch.

"Pero es hora de reunir a los foralistas para darle sentido a las normas que el Estatut acoge -porque se les ha escapado [en la "guillotina" de Madrid]- y trabajar para que la autonomía de los valencianos pueda hallar caminos de reencuentro con todo aquello de nuestra historia que nos hizo singulares y específicos durante más de cinco siglos de régimen foral". ¿Cuándo llegará esa gran recuperación de la onomástica de los Furs? Franch lo tiene claro: "Cuando una minoría presente en el parlamento recoja esas ideas y sus votos sean necesarios para la investidura de uno de los dos grandes partidos". Será entonces cuando la llei vella empiece a engendrar la fruita nova. Al menos, en lo simbólico.