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La Conselleria de Agricultura ha optado por proponer a la Comisión Europea una fórmula para la gestión de la paja del arroz en el parque natural que incluye el recurso al tradicional fangueo y a la quema de rastrojos en una superficie limitada del parque natural de la Albufera.

A raíz de los problemas detectados en 2008 y 2009, cuando las lluvias tempranas de otoño provocaron la inundación de los campos de arroz y la descomposición de la paja, Agricultura anunció la adopción de medidas. Sin embargo, pese a los contactos mantenidos con las autoridades de Bruselas no ha habido, al menos hasta ahora, una propuesta concreta de la conselleria y, sobre todo, valorada en términos económicos para que Bruselas siga aportando ayudas "moduladas" de acuerdo a los sobrecostes que para los agricultores representa gestionar de forma sostenible la paja.

Sin embargo, la conselleria tiene ya madura una una propuesta que pasa por recuperar el "fanguejat" y las quemas, aunque controladas, y que a lo largo de este año proyecta negociar en Bruselas.

Agricultura cuenta en esta negociación con un argumento incontestable a los sensibles oídos de Bruselas: la renuncia a la quema del arroz ha generado,como consecuencia de la descomposición de la paja, la emisión a la atmósfera de ingentes cantidades de Gases de Efecto Invernadero (GEIs), especialmente metano, probablemente por encima de los que generaría la combustión de la paja.

La propuesta de la Generalitat Valencia consiste en un "mix" de diversas medidas destinadas a evitar que la paja se acumule en las épocas en las que los temporales de levante, asociados a lluvias intensas, provocan que se inunde el arrozal.

Quemas

Según los datos que maneja la Conselleria de Agricultura, las quemas "puntuales" deberían mantenerse en unas 3.500 hectáreas situadas en la parte mas profunda del parque natural, incluso por debajo del nivel del lago.

En conjunto, estas áreas representan un 20% de toda la superficie de cultivo destinada al arrozal.

Además de las quemas, la propuesta de la conselleria incluye recurrir al fangueo antes de la inundación invernal donde sea posible. No obstante, los expertos advierten que bajo determinadas condiciones el fangueo puede no ser una opción. Recuerdan que sepultar la paja bajo el barro reduce la virulencia con la que se manifiestan los procesos de putrefacción en superficie, pero no evita la lenta descomposición generadora de metano, un gas al que se atribuye un potencial mayor que el C02en su contribución al efecto invernadero.

Otra opción que figurará en la propuesta de Agricultura es mantener el rastrojo en el campo durante todo el invierno hasta ser roturado poco antes de la plantación del arroz. Este método choca con la necesidad de inundar las parcelas al acabar la recolección- lo piden los cazadores y lo exige Bruselas dentro de las medidas agroambientales- y con la exigencia de algún tratamiento mecánico previo de la paja que facilite su descomposición.

La conselleria es partidaria de pedir "ocasionalmente" caudales extraodinarios de agua para evitar la putrefacción.

Por último, existen iniciativas para la utilización de la paja de arroz como un subproducto. Sin embargo, algunos de los experimentos realizados hasta ahora no han dado resultado o chocan frontalmente con la mentalidad agrícola, que no quiere costes añadidos -recogida y transporte de la paja- a los que ya tiene el cultivo.

Agricultura mantiene vivo un proyecto para producir energía eléctrica mediante la fabricación de biogás mediante un proceso de fermentación controlada.