«Dormir en una ermita del siglo XVII por 8 euros la noche», sería probablemente el reclamo más llamativo que cualquier campaña publicitaria utilizaría, a riesgo de que pocos lo creyeran.

Y es así. Además de dormir una noche, pasar todo el día, todo un fin de semana, una semana, un mes, a 8 euros la jornada en pleno Desierto de las Palmas, en Benicàssim, en ermitas levantadas a manera de atalayas sobre los altos montes que abrigan un fértil valle, por donde el verdor de los bosques se desliza suave y cadencioso hasta el cercano mar.

En aquel paraje, llamado desierto, concepto espiritual que no geográfico, se levanta el Monasterio de los Padres Carmelitas, erigido en el XVII, lugar de retiro y formación de los religiosos, a los pies del Bartolo, paraje singular crucificado por múltiples antenas de comunicaciones. El monasterio cuenta con una iglesia, un museo, la residencia de los frailes y una hospedería para dar cobijo a quienes desean retirarse unos días y meditar, reflexionar o simplemente descansar en aquel valle de silencio.

Cual si de un collar de perlas se tratara que están engarzadas en torno al monasterio carmelitano, hay varias ermitas de los siglos XVII y XVIII, asentadas en las lomas circundantes, donde los monjes se retiraban a hacer vida eremítica.

Con el tiempo y la precariedad económica de la comunidad religiosa, las construcciones fueron deteriorándose, y últimamente están en proceso de restauración, impulsado por los padres carmelitas, que las están habilitando a manera de apartamento rural, con agua y luz y todos los servicios necesarios. Las ermitas están divididas en cuatro estancias, capilla, que hace de sala de estar, dormitorio con dos camas, cocina y cuarto de baño. Las cuatro habitaciones tiene un eje común donde se encuentra una oquedad en la que se sitúa una gran linterna, la cual ilumina a la vez todas las habitaciones, tal como se construía antiguamente.

Las ermitas son la dedicada al Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, Nuestra Señora del Carmen, San Elías, Sagrada Familia, Monserrat, San José, Nuestra Señora de los Desamparados, San Antonio y San Pablo, San Juan Bautista, San Juan de la Cruz, Santo Ángel Custodio, San Miguel Arcángel y Santa Teresa de Jesús.

De las 13 ermitas, de momento, hay 4 habitables, restauradas y acondicionadas, con capacidad cada una de ellas para cuatro personas. Y pueden ser solicitadas para pasar unos días de descanso, en medio de la exuberante naturaleza de la zona, a manera de turismo ecológico, cultural o religioso. Pueden los huéspedes de las ermitas, como los de la hospedería, asistir a las celebraciones litúrgicas de la comunidad carmelitana. Otra de las ventajas de alojarse en el monasterio o las ermitas es que desde allí se puede practicar el senderismo, pues hay numerosas rutas para recorrer el territorio.

Tiene el cenobio un rico archivo, que dirige Ignacio Husillos Tamarit, y un Museo de Arte, además del famoso licor carmelitano que hacen los frailes según fórmulas antiquísimas a base de hierbas aromáticas y medicinales del singular paraje, que desde 1989 está declarado Parque Natural, que vela por él la Fundación Desierto de las Palmas, y desde 2005 está declarado Bien de Interés Cultural. La comunidad carmelitana tiene un convenio con la Universidad Politécnica para ocuparse de su cuidado, promoción y desarrollo.