Los feligreses de la Basílica de la Mare de Déu dels Desemparats sabían del inminente relevo en la Diócesis valenciana. Y aceptaban con resignación el cambio porque, a la vista de los comentarios recabados ayer por Levante-EMV, Carlos Osoro se ha ganado el corazón de sus parroquianos más directos.
«Es una pena que se vaya porque lo hacía muy bien y es muy bueno. Eso de salir el día de la Ofrenda a saludar a todos los fieles decía mucho de él. No tenían porqué cambiarlo, porque es muy buena persona y muy simpático», aseguraba ayer Amparo, una vecina de Valencia, a la salida de la Basílica. «La jerarquía no me interesa», respondía otra devota de la Mare de Déu dels Desemparats mientras se introducía en la iglesia, al ser interrogada por este periódico sobre el relevo en la Diócesis valenciana. Algunos declinaban mostrar su opinión sobre el asunto, otros ni siquiera giraban la mirada al ser preguntados por las novedades en el arzobispado de la ciudad. Y había quien opinaba pero declinaba dejarse fotografiar. «Ha sido un hombre plano, normal. A la gente nos gusta que sean y que nos traten como personas sencillas», explicaban dos vecinas de Sueca que caminaban cogidas del brazo junto a la Catedral.
Y precisamente la humanidad y la cercanía del arzobispo Carlos Osoro es la cualidad que destacaron quienes accedieron a opinar sobre la marcha del mitrado. «Si se lo llevan a Madrid ¿por algo será, no? Eso es que lo ha hecho bien», aseguraban Pilar Gaspar. Y Amparo Romero, otra vecina de Valencia recordaba cuán detallista es el arzobispo, a quien gusta responder personalmente a cualquier gesto de sus feligreses. «Hice unas fotos de la Peregrinación a Lourdes y las dejé en el Palacio Arzobispal. Para agradecerme el detalle me llamaron expresamente desde el arzobispado. Es muy cercano a la gente».
