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Política

Los jóvenes asaltan el poder (político)

La mayoría de los partidos, tradicionales y rupturistas, renueva sus rostros empujados por los «ciudadanos nuevos», criados en democracia y más formados, y las nuevas formas de comunicación

Los jóvenes asaltan el poder (político)

Cuando Franco murió, Adolfo Suárez tenía 42 años, un niño en un mundo de políticos fosilizados desde que el tiempo se detuvo en 1939. En 1974, Felipe, aún «Isidoro», se hizo con el control del PSOE. Tenía 34 años. Joan Lerma ganó el Palau para el PSPV a los 31, y Rita, en las Corts desde los 35, contaba 43 al llegar a la alcaldía de Valencia. Hubo un tiempo en que la política era para jóvenes. La democracia, en buena medida, se construyó con menores de 40 en puestos de alta responsabilidad. Todo ello antes de que se vieran bloqueados durante décadas por una generación que hizo tapón.

Sin embargo, la crisis económica, la desafección ciudadana por la corrupción, el cuestionamiento del orden de la Transición y la democracia mediatizada forman un cóctel que ha renovado de forma evidente los carteles. Sobre todo, los nuevos partidos surgidos contra el bipartidismo son manifiestamente jóvenes. Albert Rivera lidera Ciudadanos con 35 años. Mención aparte merece Podemos, que encarna la ruptura con el sistema. Pablo Iglesias (36) y casi todo su equipo están en la treintena.

Pero también en las formaciones tradicionales: el nuevo líder del PSOE, Pedro Sánchez, es 21 años más joven que su antecesor Rubalcaba; el veterano Cayo Lara, de 62 años, ha dejado paso al frente de IU a un hombre con la mitad de edad (29) y surgido de un fenómeno tan rompedor como el 15-M. «Por primera vez en la historia el sistema de partidos ve comprometida su continuidad. Pese a la rigidez, ahora están más dispuestos a dar una oportunidad a los jóvenes», opina David Sabater, presidente en funciones de la asociación de politólogos Avapol.

El mismo fenómeno de rejuvenecimiento, tal vez con menos intensidad, ocurre en la C. Valenciana. Empezando por Podemos, donde sus dos caras visibles „Àngela Ballester y Sandra Mínguez„ apenas llegan a los 35; o Esquerra Unida, donde Marga Sanz ha dejado paso a Ignacio Blanco (40), 24 años más joven. En Compromís, Mònica Oltra Oltra (45) sustituirá a Enric Morera, algo mayor (50). Casi como excepción, la militancia y simpatizantes del PSPV han apostado en primarias por Ximo Puig (55) frente a un candidato más joven como Toni Gaspar (40). Incluso en el PP, las dos dirigentes que suenan como hipotéticas sustitutas de Alberto Fabra (50) son manifiestamente más jóvenes: Isabel Bonig (44) y, sobre todo, María José Catalá, con 33.

Jaime Miquel: «Como en 1977»

«Estamos ante un proceso constituyente», sentencia el analista electoral Jaime Miquel. En su opinión, la situación es similar a la de 1977. Este experto en demoscopia y análisis político etiqueta a los «ciudadanos nuevos» como clave del cambio, una generación nacida a partir de 1973 e «incomparablemente mejor formados, ciudadanos del mundo global». Frente a estos «ciudadanos nuevos» existen otras tres generaciones condicionadas por la dictadura y «con un nivel muy bajo»: los niños de la guerra, con más de 77 años hoy; los de la posguerra (que van del 39 a 1958) y los hijos del «baby-boom» (durante los 60 y hasta 1973).

Del análisis social viene su explicación del cambio. «Desde 2011, los 'ciudadanos nuevos' (20 millones, de los que votan 12) se plantean cómo se ha ejercido el poder en España los últimos 70 años», señala. Y el resultado, opina, es que el doble paradigma de la transición (ser una «potencia europea» como los alemanes y los franceses; y ser un «pueblo europeo», con colectivos que defienden naciones) «ha quedado insatisfecho», hasta el punto de producirse una ruptura electoral. En 2014 ese voto de «ruptura» se agrupa y suma 1,7 millones de votos; el efecto mediático ha hecho el resto hasta los 5,2 millones de votos que predice el último CIS.

«Son los 'ciudadanos nuevos' liderando a toda la sociedad, los padres y los abuelos que saben que los jóvenes que tienen razón», añade. Y al frente de ese voto, una nueva generación de líderes: «Los más mayores son de una cultura que no entiende la situación, no es capaz de situarse en los espacios nuevos. Los lideres más brillantes son más jovenes», señala Miquel.

Y ahí entra en juego la nueva era mediática, que hace inconcebibles hoy liderazgos históricos de otro tiempo, como los del general De Gaulle, Churchill o el de un Roosevelt, de aspecto envejecido y en silla de ruedas. Una era anterior a los platós convertidos en parlamentos.

«Los nuevos candidatos están más acostumbrados al nuevo entorno mediático y lo que supone comunicar en él. Un candidato actual a la Presidencia es consciente de que tiene que conceder entrevistas en diferentes formatos y medios, como 'talk shows'. Los votantes quieren ver a los candidatos exponer sus ideas de una forma clara y cercana, fueran de la rigidez del Congreso. Resulta mucho más importante mantener el tipo ante Risto Mejide que llenar la plaza de toros de Valencia», concluye Ortega.

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