La nueva presidenta del PPCV, Isabel Bonig, enhebró ayer una dirección regional con el consenso de los referentes del partido (los barones provinciales y Rita Barberá, que la promocionaron ante Génova para el relevo exprés de Fabra) y donde no hay «vencedores ni vencidos», en palabras de un miembro de la ejecutiva. Un organigrama en el que emerge el poder del presidente de Alicante, José Císcar, quien ha aupado como número dos a la oriolana Eva Ortiz, nueva coordinadora general „como le sucedió a la propia Bonig, no puede ser secretaria general al no ser vocal electa en congreso de la ejecutiva„, y a su hasta ahora secretario provincial, José Juan Zaplana, como uno de los dos vicesecretarios generales. Bonig rompe con el núcleo duro del exbarón de Valencia, Alfonso Rus, fulminando al exvicesecretario general Emilio Llopis. Una decisión que la blinda ante el caso Imelsa, en el que aparece Llopis.

En cambio, la lideresa ha negociado con el presidente provincial de Valencia, Vicente Betoret, la incorporación de la exalcaldesa de Alzira y expresidenta de la FVMP, Elena Bastidas, como la otra vicesecretaria general. Bastidas (quien no formaba parte del rusismo aunque tenía buena relación con Rus) goza de amistad personal con Betoret y fue éste quien le propuso el nombre a Bonig, así como el de uno de los seis nuevos vicesecretarios, el de Comunicación, Jaime Bronchud, edil de Mislata, al tiempo que han coincidido en dar juego al exconseller Luis Santamaría (vicesecretaría de Ideas, Principios y Valores, de nueva creación, y secretario del grupo en las Corts).

Gesto conciliador hacia Catalá

Bonig ha querido suturar heridas, de ahí el gesto hacia la exportavoz del Consell, María José Catalá, con quien se disputó la sucesión a Fabra. Le ofreció, y ella ha aceptado, sacarla de la decorativa presidencia del comité electoral (sin funciones porque las generales son competencia del nacional) para darle la vicesecretaría de Política Social, un área «que quiere potenciar Génova» y con visibilidad. La cuota de Barberá es la edil de Valencia, Mari Àngels Ramón-Llin, vicesecretaria de Calidad Democrática, también de nueva creación. El barón de Castelló, Javier Moliner, el único que se abstuvo en Génova sobre Bonig, ha situado a Héctor Folgado, portavoz en Vila-real, como vicesecretario de Política Territorial, en sustitución del liquidado Miguel Ortiz, adversario interno de Císcar. En la sexta vicesecretaría, de Organización, sigue Carmen Contelles, del rusismo moderado en torno a Betoret e íntima de Bonig.

César Sánchez, afín a Císcar y al mando de la Diputación de Alicante, deja la vicesecretaría general para recalar en la confortable presidencia del comité electoral. Jorge Bellver y Rubén Ibáñez serán coordinadores de Política Autonómica (junto a Antonio Clemente). Bellver pierde la Vicesecretaría de Comunicación y deja de ser vicesíndic en las Corts, cargo que desaparece, para ocupar la honorífica presidencia del grupo. Como portavoz adjunto entra el propio Betoret. El resto sigue: entre ellos, Císcar, coordinador general.