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Patrimonio

El abandono del castillo de El Puig

La fortaleza de la conquista de Valencia es un patrimonio histórico crucial que, hasta ahora, ha sido relegado y abandonado

El abandono del castillo de El Puig

La elección del castillo de El Puig de Santa María (también llamado de Cebolla, de Juballa o de Enesa durante la Edad Media) por Jaime I, para llevar a término la conquista valenciana, no fue casual, pues su importancia estratégica ya era sobradamente conocida en el siglo XI.

Así, en el año 1088 el tío-trastarabuelo de Jaime I, Berenguer Ramón II, conde de Barcelona, trató de conquistar la ciudad de Valencia atacándola y, al mismo tiempo, renovando el castillo «que dizien Cebolla» (Alfonso X, Primera Crónica General, 561), para resguardarse en él y utilizarlo como punto estratégico para completar su empresa. Pero será el Cid el que, como protector del rey de Valencia, al-Qadir, se lo impedirá.

En la primavera-verano de 1092 Alfonso VI de Castilla organiza una expedición para imponer su protectorado sobre Valencia y, de nuevo, se apodera del castillo de Juballa, como centro de operaciones (Ruiz Asensio, Crónica de 20 reyes, p. 229). Sus planes no transcurren según lo previsto e inicia su vuelta a Castilla.

Tras enterarse del asesinato del rey al-Qadir y de la ocupación de Valencia por los almorávides en octubre de 1092, el Cid Campeador asedia el castillo de Cebolla y consigue apoderarse de él en julio de 1093. Y, al dominar toda la huerta norte y sus alquerías desde la fortaleza de Juballa, emprenderá la conquista de Valencia hasta finalizarla en junio de 1094.

La villa de Cebolla

En 1172 Alfonso II de Aragón, abuelo de Jaime I, realiza una incursión guerrera contra Valencia, llegando a sus puertas, y acampando frente a ella, seguramente en la fortaleza y villa de Cebolla. Y, tanto le impresionó y cautivó el lugar que, tres años más tarde, en 1175, firma un documento en el que asegura que si consigue conquistar Valencia construirá un monasterio cisterciense en Cebolla en donde, además, pide ser enterrado. Al no poder conseguirlo, su hijo, Pedro II, padre de Jaime I, hace la misma promesa en 1190.

Pero, finalmente, será Jaime I el que hará realidad el sueño de conquistar, definitivamente, Valencia. Para ello, primero, era necesario instalar la frontera en el castillo de El Puig de Santa María. Mas, Jaime I realiza esta decisión durante la reunión de Alcañiz porque ya conocía el tremendo valor estratégico del lugar gracias a los relatos sobre sus antepasados y sobre su admirado estratega, el Cid Campeador.

Así, es el propio Jaime I, en el capítulo 131 de su Crónica, el que elige el castillo de El Puig, asegurando que «anirem a un lloc que els cristians anomenen el Puig de la Cebolla i que està prop de València, a dues llegües. I amb les cavalcades que des d'ací farem fer a València i el que la devastarem quan hi anirem, en saber que hauran vingut a gran feblesa i a gran necessitat per fam», Valencia será conquistada. Sin duda, es una táctica muy similar a la que siguió el Campeador (Primera Crónica General, p. 570) y que Jaime I tomo como referencia.

Catalizador histórico

El valor histórico-patrimonial del castillo de El Puig es crucial y esencial en la historia de los valencianos porque sin él no se hubiese abierto la puerta que dio lugar a un nuevo rumbo en nuestro devenir histórico. Desde aquella primavera de 1237 en la que el Conquistador comenzó a reconstruir la fortaleza de El Puig, esta se convirtió en el catalizador histórico que, tras hacer posible la victoria en la decisiva batalla de El Puig y la toma de Valencia, permitió que las semillas culturales de los nuevos pobladores se fueran expandiendo por el recién conquistado reino.

Hoy, al comienzo del siglo XXI, es vergonzoso que este edificio patrimonial histórico-fundacional haya sido abandonado y arrinconado por la Generalitat Valenciana y la Conselleria de Cultura, hasta ahora, y se haya apostado por gastar en edificios como la Ciudad de las Ciencias, que no dicen nada de nuestro identidad pero desenmascaran una política del capricho y del despilfarro, en vez de apostar por el patrimonio histórico que nos une porque potencia cualquier proyecto verdaderamente valenciano.

Espero que el nuevo gobierno, Generalitat y Conselleria de Cultura, a partir de este 9 de Octubre, sea capaz de valorar aquello que nos convierte en valencianos, pues, de lo contrario, no merecerían gobernarnos, y comience la etapa de recuperación y reconocimiento que se merece el castillo de todos los valencianos, el de El Puig, es decir, el castillo de la conquista de Jaime I.

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