La punta de lanza de la «marca» Valencia en el concierto científico internacional, el Instituto de Tecnología Química (ITQ) sopló ayer 25 velas. Este centro mixto de la Universitat Politècnica de València (UPV) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) es un referente mundial en el campo de la catálisis, área en la que ha contribuido a hacer más eficiente el proceso de refino del petróleo, a la eliminación de contaminantes del gas natural y a la mejora de procesos para la obtención de productos químicos de alto valor.
Tras el éxito del ITQ está el empuje del científico Avelino Corma (Mocofa, 1951), el químico español más citado y Príncipe de Asturias a la Investigación en 2014.
Corma, que dirigió el ITQ durante sus primeros 20 años, fundó junto a Jaime Primo este centro en 1990 en un local de la UPV que se usaba como aparcamiento. Arrancó con 10 investigadores y un presupuesto equivalente a 80.000 euros actuales. Un cuarto de siglo después cuenta con 200 investigadores e ingresa 6 millones anuales.
El ITQ, subraya Corma, «aparte de hacer su labor científica de investigación y sus publicaciones de primer nivel, ha conseguido firmar 150 patentes, lo que demuestra su vocación de crear ciencia y transferirla». Doce de estas patentes, añade, «han sido directamente transferidas a empresas para aplicaciones industriales, pero hay muchas otras que han sido licenciadas también a compañías y éstas están tratando de desarrollarlas».
Cambio de modelo productivo
El químico tiene claro que el cambio de modelo productivo valenciano pasa por la I+D+i: «Si queremos competir a alto nivel y no a base de bajar salarios, tendremos que hacerlo con tecnologías más avanzadas y para eso necesitamos investigación, ideas y conceptos nuevos, y más conocimiento».
Para ello reclama que el tejido empresarial «contrate a más y más doctores» para facilitar el cambio tecnológico, y que «realmente quiera hacer investigación en las empresas o de manera colaborativa con las universidades e institutos». Además, también insta a apoyar las spin-off o empresas de base tecnológica derivadas de «ideas originales» surgidas de los laboratorios.
