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Presidente de la Unión Internacional de Abogados

Miguel Ángel Loinaz: "El fin de la esclavitud trajo generadores de riqueza. ¡Hagámoslo con los emigrantes!"

«No comer es muerte. No sólo te mata la ametralladora, la bomba o ser disidente. Te mata también el hambre. Y nadie quiere vivir de limosna»

Miguel Ángel Loinaz: "El fin de la esclavitud trajo generadores de riqueza. ¡Hagámoslo con los emigrantes!"

A su familia no le han de explicar qué es la emigración?

No. Mi abuelo fue un emigrante español, del País Vasco, que fue a hacer las Américas muy pobre.

¿Y qué le contó de aquello?

Yo no lo conocí, pero conservo con mucho cariño unas cuarenta libretitas negras suyas en las que narra el viaje de España a América y cómo empezó a hacer dinero. Hay cuentas, dibujitos, vivencias?

¿Cómo se abrió paso?

Mi abuelo iba a Cuba, pero el barco se desvió y llegó a Uruguay con unos amigos. Empezaron a trabajar en lo que sabían: abrieron un puesto en la frontera entre la ciudad de Montevideo y el campo donde vendían todo tipo de productos para la campaña agrícola: clavos, harina, etc. Así empezaron a hacer dinero. Luego compraron campo y produjeron leche. Después conoció a un judío alemán, ingeniero, que emigró a América tras el fin de la Primera Guerra Mundial. Se hizo muy amigo de él y ambos impulsaron la primera fábrica de ladrillos industriales del país.

¡Eso es triunfar!

Pues a continuación montaron una segunda empresa gigantesca, que terminó siendo la segunda fábrica de ladrillos más grande de Uruguay. Eso le generó fortuna y se hizo importador de carbón, de sal y de cal. Contribuyó a que avanzara la construcción en el país en un momento en que llegaba la segunda ola de inmigrantes. También compró campo, vacas, hizo carne?

¿Qué lección extrae de aquella experiencia a la luz de la actual crisis migratoria?

Mi abuelo decía que cuando llegó a América traía sólo una valija. Una valija llena de ilusiones. Y yo creo que todos los emigrantes viajan con una mochila llena de ilusiones cuando cruzan una frontera y se instalan solos o con sus familias. También aprendí que sólo con trabajo se triunfa.

Pero han de darte la oportunidad. Y muchos emigrantes no la encuentran hoy en los países receptores.

Porque la emigración ha cambiado muchísimo. Hoy tenemos dos tipos de migraciones. Por un lado, la migración intelectual o de mano de obra cualificada, que representa el mayor porcentaje de movimientos migratorios. Por otro lado, la emigración dramática de la gente que huye de la muerte.

Y de la pobreza.

¡Es que la pobreza es muerte! No comer es muerte. No sólo te mata la ametralladora, no sólo te mata la bomba, no sólo te mata ser disidente. Te mata también el hambre.

Eso va contra la distinción entre refugiado e inmigrante.

Es que el señor que cruza la frontera no es ni refugiado ni inmigrante: es una persona que da valor y riqueza porque al día siguiente se pone a trabajar. Ya lo dice la Biblia: «Vivirás del sudor de tu frente». Y es real: nadie quiere vivir de la nada, de la limosna, de la subvención. No hay nada más satisfactorio para el ser humano que poder elegir una comida u otra, unas zapatillas o un pantalón.

¿En este campo lo explica todo la dialéctica egoísmo/solidaridad, o es más complejo?

El principal problema es la vanidad de los Estados, que se creen los únicos capaces de resolver la situación porque son Estados. Pero sólo la gente resuelve los problemas de la gente. Y sólo cuando los dirigentes piensan como gente solucionan los problemas. Mire Alemania: en la reunificación, trataron a sus compatriotas como iguales, como hermanos. Por eso la unificación alemana es un ejemplo exitoso de integración de una sociedad pobre con una sociedad rica.

Vuelven a levantarse muros en Europa. El último en Austria?

Unos creen que la mejor forma de resolver problemas es encerrándose. Pero la muralla no resuelve absolutamente nada. ¿Sabes por qué no quedan castillos en el mundo? Porque un día inventaron el cañón. Las murallas se van a caer solas. Lo que pasa es que el ser humano no tiene memoria y repite los mismos errores una y otra vez. El muro de los romanos para dividir en Inglaterra, el muro de Berlín? Sólo queda la Gran Muralla china, y porque la declaramos Patrimonio de la Humanidad.

Insisto: ¿Detrás de la postura del «no podemos acoger a nadie más porque no cabe» se disfraza el egoísmo?

No, yo creo que se disfraza el miedo. Y la ignorancia. Los dirigentes no se dan cuenta de que el ser humano es el mayor productor de riqueza del planeta. ¿No le conté lo de mi abuelo? ¡Pues pónganlos a trabajar! Un ejemplo: Uruguay acaba de acoger a refugiados sirios. Les damos 20 hectáreas de tierra para que produzcan. Para que vendan tomates o lo que sea. ¡Pero que trabajen! No le vamos a dar una subvención. En cambio, aquí y en otros lugares se opta por dar ayudas para que no fastidien. Y además lo guetizan. No se puede guetizar a nadie. No es una subvención lo que resuelve el problema. La gente quiere ganarse el pan suyo de cada día.

¿Qué están haciendo los abogados por los inmigrantes?

Les hemos pedido a los colegios de abogados que están en el área cercana a la ola migratoria que se pongan a trabajar gratuitamente, pro bono, en la atención de esos emigrantes. En España ya hay 3.000 abogados que están actuando así. Lo mismo está haciendo Grecia. Para que sepan que tienen derechos y obligaciones. Sobre todo, que tienen derechos. Para ayudar a que no caigan en las garras de las organizaciones delictivas internacionales de tráfico de seres humanos, que hay muchísimas. Porque también hay muchísimos emigrantes. Una de cada 31 personas del mundo es emigrante. La emigración mueve más dinero que el quinto país más rico. Son masas gigantescas.

¿Faltan normas que atiendan los derechos de los emigrantes?

Los Estados no deben ampliar los derechos, sino aplicar las normas que ya tienen. En Europa ya hay normas suficientes. Cuando se habla de crear más es para ralentizar la entrada de la gente. Y a los países a los que les falta normativa de migración no son a los que van los emigrantes. Mire: ¿usted cree que la esclavitud se acabó por un fenómeno humanitario? Suena lindo decir eso. Pero no fue así. La esclavitud implicaba que el dueño del establecimiento les daba de comer y vestir lo mínimo de lo mínimo. Esa gente no generaba riqueza. En cambio, si ese señor pasa a trabajar para poder comer, vestirse y mantener a su familia, entonces se convierte en comprador de bienes de consumo. Aunque eso no se cuenta así, claro.

¿Y eso mismo quiere transportar a la actual emigración?

¡Sí, hagamos lo mismo! Hay países que no entienden que dejar entrar a la gente genera riqueza a ese país. Y discuten otras cuestiones que son intrascendentes. Obviamente, hay que darles sanidad, bienestar. Pero es inevitable: el mundo camina hacia el Estado de Bienestar. Démosles esos beneficios porque ellos son generadores de ideas y riqueza. Así se forjó Nueva York: sólo el 40 % de sus ciudadanos son neoyorquinos de nacimiento y el resto es inmigrante. Es decir: los emigrantes no son señores que vienen a beneficiarse abusivamente de la sociedad occidental, sino gente como nosotros que viene a hacer lo mismo que nosotros: poder llegar a fin de mes y pagar la cuenta.

Suena a cambiar el mundo?

La mayoría de los abogados entramos en la universidad con cierto sueño de apostolado pensando en el bien común.

¿Y cómo ve la situación de esos «apóstoles» hoy en día?

Yo he planteado que la ONU instituya el Día del Abogado en Peligro. ¿Por qué? Porque nuestra profesión está en peligro. Uno de los ataques que estamos recibiendo es la intención, por parte de Estados y organismos internacionales, de que el concepto de profesión para la abogacía desaparezca y se convierta en un servicio. No sé si entiende el impacto de ello?

La pérdida de independencia de los abogados?

Exactamente.

¿Y qué alcance podría tener?

Los abogados deberíamos denunciar a nuestros clientes cuando creamos que han cometido un delito. Desaparecería el secreto profesional, que ni un juez puede levantar. También se eliminaría la libertad de hablar con un cliente por culpa de las escuchas telefónicas o los micrófonos en la cárcel. Sería imposible decir a un cliente que declare una u otra cosa porque el abogado se convertiría casi en cómplice. ¿Para qué somos abogados si no es para defender los derechos de la gente? Eso, sin contar que este año han muerto en el ejercicio profesional más de 200 abogados en todo el mundo. Hay que defender a los que defienden a los ciudadanos.

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