En 1988 el riesgo de que 5 millones de metros cúbicos de tierra y piedra se deslizaran hasta el fondo del embalse, junto a la presa de Cortes II y levantaran bruscamente un volumen similar de agua fue una realidad. Algunos antecedentes como el de la presa de Vaiont, en Italia, aconsejaban intervenir. Iberdrola puso el caso en manos de expertos y se movilizaron miles de metros cúbicos de tierra para equilibrar cargas y evitar que se moviera el terreno. Un sensor vigila en continuo desde entonces la montaña.