Al otro lado del mar junto al que se levantaron grandes construcciones millonarias y tuvo lugar uno de los grandes eventos que acogió Valencia, miles de personas se juegan la vida para huir de la guerra y encontrar un futuro mejor.

Los integrantes de la campaña Obrim Fronteres se reunieron ayer en la Marina Real de Valencia para volver a exigir a las autoridades pasajes seguros para los refugiados y mostrar su rechazo a las políticas migratorias que lleva a cabo la Unión Europea. Varios colectivos y plataformas ciudadanas criticaron «la negación de la protección internacional efectiva y vinculante» y las «deportaciones masivas que privan a los seres humanos de los más elementales derechos de los que son titulares», según manifestaron.

Es por ello por lo que exigen a «nuestra representación política más cercana, que se 'rebelen'» y garanticen «los derechos y libertades de esas niñas, niños, mujeres y hombres».

La campaña surge a raíz de una movilización global a la que también se sumó Valencia el pasado mes de febrero, y de una carta que se dirigió a varias instituciones y ayuntamientos firmada, entre otros, por Javier de Lucas, catedrático del Instituto de Derechos Humanos de la Universitat de València.

De Lucas explicaba ayer que los refugiados deben salir de su país para poder pedir asilo, y para evitar estar años en campos de refugiados en los países vecinos, se ven obligados a pisar Europa. «El problema es que llegar a un país europeo en el caso de los sirios supone arriesgarse a un viaje que, en el camino más corto que era el que hasta ahora hacían cruzando Turquía, es de 1.500 km hasta Grecia», aseguró. La solución es, según el catedrático, facilitarles el reconocimiento de este derecho poniendo embajadas, oficinas consulares y oficinas de asilo, por ejemplo, en Líbano, Jordania o Irak, afirmó en las que realizar las peticiones.

«Lo más sencillo sería que la diplomacia europea -la más grande del mundo, porque son 28 países- cree puestos para la petición del asilo en los países más cercanos al origen de los refugiados y que desde ahí puedan venir legalmente sin arriesgar su vida», matizó. Es una cuestión que «no se puede discutir», «porque estamos hablando de cumplir con lo que el Derecho dice, ya que todos los países europeos han firmado un tratado y lo tienen que cumplir; no es ser más o menos bueno, es una obligación». Canadá ya ha acogido a 25.000 personas, a pesar de ser un país mucho más lejano de Siria, y prevé alcanzar las 50.000 personas a final de año, lo que De Lucas achaca a «voluntad política»

«Hay que hacer pedagogía»

«Nosotros recibimos dinero por cada refugiado que acogemos, existe un fondo común europeo para el asilo y la Unión Europea nos paga por cada refugiado» apuntó De Lucas, por lo que «no es verdad que nos quiten el pan de la boca; los gobiernos europeos, como el nuestro, no lo dicen jamás y fomentan una reacción xenófoba. Hay que hacer pedagogía», apuntó.

Pepe Reig explicó que en la campaña se han juntado un colectivo de personas «muy variado» de asociaciones que ya trabajaban en el ámbito de los Derechos Humanos y la inmigración y otros ciudadanos, y que pasadas las elecciones esperan poder llevar a cabo un acto multitudinario en el que también participarán representantes políticos «sensibles» para mostrar su rechazo a «esta política frente al refugio que viola los Derechos Humanos» y se «visualice el compromiso de la ciudadanía y estos políticos» en la acogida de los refugiados.

A pesar de la lluvia intermitente, durante toda la mañana varias asociaciones y plataformas ciudadanas clamaron que «ya no basta con decir basta» y criticaron, entre otras cosas, la bajada de los fondos públicos destinados a inmigración; que la Administración «mira hacia otro lado» y que la mercancía y los capitales puedan circular más libremente que las personas. Además, también hubo una cacerolada, varias actuaciones musicales y recitación de poemas.