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Asesinato en las altas esferas

Una familia con pedigrí que vivía momentos de cambio

Vicente Sala, una de las grandes fortunas de Alicante, ya era millonario antes de presidir la Caja de Ahorros del Mediterráneo - Las florecientes empresas químicas de la familia acumulan activos por un valor cercano a los 80 millones

Una familia con pedigrí que vivía momentos de cambio

La trágica muerte de la mujer que encabezó una de las mayores fortunas de Alicante, al frente de un conglomerado empresarial tan voluminoso como complicado en sus relaciones familiares y en la gestión de la herencia del hombre que llegó a presidir la cuarta caja de ahorros de España, ha otorgado relevancia al dificilísimo juego de equilibrios que Mari Carmen tuvo que poner en funcionamiento al final de su vida, al tiempo que le ganaba la batalla al cáncer, para mantener la proa tanto de la actividad de sus empresas como de la estabilidad de una de las familias señeras de la terreta.

Vicente Sala Bello (Novelda, 1939-Alicante, 2011) se convirtió en uno de los grandes empresarios de la provincia a partir de dos rentabilísimas vías de negocio: la automoción y la industria del plástico y sus derivados. En función de la primera, llegó a ser uno de los principales distribuidores de automóviles: Porsche, Honda, Volvo, Mazda, Land Rover, Suzuki, primeras marcas en turismos de todas las gamas que poblaron los garajes de cientos de viviendas al socaire del boom inmobiliario.

La industria química y los derivados del plástico constituyeron el negocio que contribuyó a cimentar la potente economía familiar. Vicente Sala fue el penúltimo presidente de la CAM pocos años antes de que la caja de ahorros cayera en el expolio de la cuenta de resultados y acabara con parte de la cúpula en el banquillo de la Audiencia Nacional.

Es poco probable que Sala hubiera sido procesado por los mismos motivos que los jueces encausaron a su sucesor, Modesto Crespo. Al marido de la mujer asesinada el viernes no le habría hecho falta cobrar dietas disparatadas por el simple hecho de que ya era millonario antes de presidir la caja. A principios de la década de 1960 ya aparecía en las portadas de la prensa económica como una de las incipientes muestras del milagro económico español. Con Jesús Muñoz y Pepe Orts habían diseñado los cimientos del Círculos de Inversores. Además era miembro fundador de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), el lobby que agrupa a las grandes fortunas de la Comunitat.

Envuelta en el oropel de la burbuja del ladrillo la Caja de Ahorros del Mediterráneo se erigió en el escenario perfecto para que Sala ampliara aún más su círculo de negocio. Aupado a la Presidencia de la CAM (1998) en tiempos de Eduardo Zaplana, la caja era el trampolín ideal para que Sala repartiera su tarjeta profesional entre los clientes del plástico y acuñara un círculo de amistades distribuidos de la Casa Real hacia abajo. Excelente como relaciones públicas, accedió al consejo de la CAM bajo gobierno del socialista Joan Lerma, de quien era amigo personal. El entonces hombre fuerte de la Generalitat eludía hospedarse en hoteles cuando le tocaba pernoctar en Alicante porque Vicente Sala le ofrecía su casa.

Amigo del Rey Juan Carlos, el empresario revivía su momento de gloria cada vez que Felipe VI se ponía al frente del CAM para participar en las grandes regatas españolas. Amigos y enemigos, que también los acumuló al atribuírsele un particular servilismo frente al poder político y por tomar partido por uno de los dos bandos que acabó desangrando al PP valenciano, recuerdan que Sala distraía su tiempo como presidente de la institución para compaginar las relaciones públicas de SM Resinas y de la Compañía Española de Resinas, sociedades con más de 50 años de actividad que estallaron en su esplendor durante su mandato en la CAM y que acabó extendiendo sus redes por Portugal, Argentina, Brasil, Colombia, México, Perú y Uruguay.

Por motivos de edad debió dejar la caja en 2009 al cumplir los 70 años, pero un vericueto legal le permitió prolongar la Presidencia hasta que Francisco Camps le hizo pagar su zaplanismo para poner en su lugar al ilicitano Modesto Crespo.

La familia

Exquisito en el trato y afabilísimo en las relaciones sociales, alrededor de estas actividades empresariales Vicente y Mari Carmen apuntalaron el núcleo familiar. El hogar de los Sala-Martínez, continúa siendo una de las vistas más llamativas en los alrededores del Barranco del Juncaret y la partida Condomina. Tres imponentes viviendas unifamiliares a las afueras de Alicante se levantan en mitad de amplias zonas de arbolado, jalonadas por tres piscinas y pista de tenis. Allí se reunía con asiduidad la familia, el hijo varón del matrimonio, las tres hijas y buena parte de su progenie.

Los balances de la empresa, los últimos conocidos de SM Resinas, corresponden al ejercicio de 2015. Reflejan un balance positivo cercano al millón de euros y unos activos que superan los 20. La Compañía Española de Resinas, por su parte, tuvo unas ventas de 1,1 millones, unas pérdidas de 328.000 y unos activos que superan de largo los 79 millones de euros, tal como consta en el Registro Mercantil.

La gestión del patrimonio, dirigido desde un consejo de administración conformado por la cabeza de familia asesinada el viernes y sus cuatro hijos, acabó, sin embargo, degenerando en un notable distanciamiento familiar que derivó hace meses en la pérdida del control por parte de Vicente Sala Martínez. Sus hermanas tomaron el mando. María del Mar se convirtió en presidenta de SM Resinas, y María Antonia de la Compañía Española de Resinas, descabezando el liderazgo de su hermano del emporio familiar que lideraba desde 2010, un año antes de la muerte de su padre.

Sin embargo, los últimos actos administrativos de la compañía se registraron hace menos de un mes con las dimisiones de todos los miembros de la familia, la revocación de sus cargos y el nombramiento de Vicente Sala Martínez como apoderado de la Compañía Española de Resinas y de su madre como apoderada de las empresas de la familia. Con la reversión de los órganos de administración, como cabeza visible de estas sociedades y de la matriz del grupo, Samar Internacional, figura desde hace semanas la propia María del Carmen Martínez López, en lo que constituyó un auténtico terremoto doméstico.

Quienes conocen bien el núcleo familiar aseguran que tal seísmo en se produjo, cansada de disputas entre su prole, a instancias de la fallecida, que figura desde entonces como administradora. Sin saber que afrontaba sus últimas semanas de vida y sometida a las revisiones de un cáncer que tenía controlado, Mari Carmen volvió a poner orden en el organigrama empresarial y en su propio hogar.

Al filo de las siete de la tarde del viernes, y por causas que la Policía investiga, dos balas en la cabeza acabaron con su vida.

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