Se encuentran a miles de kilómetros de su país, Ecuador, pero ni lo olvidan, ni se despreocupan por lo que allí ocurre. Los ecuatorianos residentes en la Comunitat Valenciana están llamados a las urnas. La cita es hoy domingo, de 7 a 17 horas, para designar al sucesor de Rafael Correa en la Presidencia de Ecuador y renovar la Asamblea. El polideportivo de la Universitat Politècnica de València será el centro de votación en la zona electoral de València y Castelló, que suma 16.346 empadronados, distribuidos en 34 juntas electorales.

«En Ecuador ir a votar es obligatorio. Aquí no, pero el pueblo ecuatoriano es responsable y está concienciado, por eso la participación siempre es muy alta. Lo cierto es que nos encanta votar». De esta manera la presidenta de la Asociación Valenciana de Ecuatorianos (Avale), Beatriz Pozo, augura una alta participación en los comicios de hoy, y lanza un mensaje para el nuevo presidente: «Gane quien gane „hay ocho candidatos a la presidencia„, le pedimos que trabaje con honradez para que la gente de Ecuador viva mejor, porque hay mucha necesidad. Los que vivimos fuera tenemos la sensación de que se han olvidado de nosotros. Y el que no regresa es porque no puede, eso seguro, porque nosotros amamos nuestro país y a nuestra gente». Las cifras le dan la razón a Beatriz. A principios del siglo XX los ecuatorianos emigraron de su país por miles. En la Comunitat Valenciana, en solo cuatro años la colonia de ecuatorianos pasó de 1.072 (en el año 2000) a 54.601. En 2005, en una España boyante, se vivió el pico más alto „con 58.114 ecuatorianos empadronados„ pero, a partir de ese momento, comenzó el éxodo. Entre 2011 y 2015, la colonia de ecuatorianos en València se redujo a la mitad. La crisis económica golpeó con dureza el sector de la construcción, y aquellas familias que sobrevivían con el sueldo de albañil, tabiquero o pintor sacaron el billete de regreso. Han resistido las mujeres empleadas en labores del hogar, en residencias o en el cuidado de ancianos.

Sin embargo, Beatriz asegura que las condiciones de trabajo de estas mujeres han empeorado de forma drástica. «Mucha gente está arrepentida de haber salido de Ecuador. Aquí no hay trabajo y el que hay es sin contrato y con muy malas pagas. Hablamos de que la gente quiere pagar 3 euros la hora a una mujer que limpie la casa, cuide de la abuela y recoja a los niños. ¡3 euros la hora! Eso es inadmisible», explica la presidenta de Avale, que reivindica también un local para que las entidades puedan reunirse y realizar actividades.

Mucha demanda y sueldos bajos

Desde la Asociación Rumiñahui de València también auguran unos comicios «muy participativos». «Iremos a votar a primera hora y luego a trabajar», asegura Carmen Rojano. Y es que para la comunidad ecuatoriana que reside en València los domingos también son días laborables. «La mayoría de las familias de la asociación Rumiñahui sobreviven con el trabajo de la mujer en el servicio doméstico o en hostelería. En mi caso, yo estudio por las mañanas peluquería y cosmética, trabajo en el servicio doméstico por las tardes y los fines de semana completo mi sueldo mensual en una casa de comidas para llevar», explica una mujer de 33 años que apenas tiene tiempo libre.

Desde la asociación Rumiñahui también reivindican una mejora en las condiciones de trabajo del servicio doméstico. «Hay mucha demanda, pero el salario es una miseria y en muchos casos no hay contrato, ni se respetan derechos básicos como tener un día libre para ir al médico. Nosotras decimos muchas veces "por atender a tus hijos dejo a los míos" para que se entienda nuestra situación», explica Carmen.