El Paraninfo del Centre Cultural La Nau de la Universitat de València cerró ayer la última de las mesas redondas enmarcadas dentro del ciclo 'Ciudad y Urbanismo' que organiza Levante-EMV junto a la propia universidad a través de la Escola Europea de Pensament Lluís Vives, dentro del marco Claustre Obert.

Tras las conferencias de Gaspar Jaén Urbán y Josep Martí Font, la cita de ayer se celebró bajo el título 'Urbanismo y arquitectura para pensar' con la participación de Ramón Marrades (director estratégico del Consorcio València 2007), José Luis Miralles (profesor del departamento de Urbanismo de la Universitat Politècnica de València), Elena Azcárraga (arquitecta, paisajista y urbanista) e Isabel Bolufer (concejala de Urbanismo de Xàbia), moderados por Vicent Molins.

Los límites de la ciudad fue uno de los puntos coincidentes. "Mi deseo es que la ciudad no crezca más, pero no lo veo factible", comentaba Marrades. "La construcción de infraestructuras es un fetichismo que nunca se cura. El poder de los constructores siempre ha estado ligado a los poderes políticos en València", explicaba, antes de poner a los barrios con identidad como el mejor ejemplo a seguir para crecer internamente.

"Crecer hacia dentro"

Una idea que secundaba Azcárraga al advertir: "No podemos comernos más territorio hay que crecer hacia dentro aunque dé miedo". Para ello, la paisajista proponía la participación pública por el conocimiento del entorno, poniendo como ejemplo el barrio de Benimaclet.

Por su parte, Miralles exponía que "es más barato construir nueva ciudad que rehabilitarla". Asimismo, el docente citó el caso de la Manga del Mar Menor que "al estar tan masificada ha perdido el atractivo y ya no se puede construir nada más para darle valor".

La única contraria a esta idea fue la concejala Isabel Bolufer al decir que «hay que seguir construyendo, la gente quiere comodidades que en el centro de la ciudad no las hay».

Cabe destacar la teoría de José Luis Miralles en la que se cuestionaba la propiedad del suelo. "Sin ser algo producido por los humanos, es un beneficio. Los romanos tenían el mismo suelo cuando habitaban aquí, nadie merece darle un uso económico", concluyó el urbanista de la UPV.