Las corbatas son un regalo recurrente. Lo extraño es que le llegue a una mujer y no a un hombre. Eso es lo que le pasó a la consellera de Justicia, Gabriela Bravo, que recibió el mismo presente que sus compañeros varones en una cena de trabajo. Se sorprendió, la guardó en su despacho y la registró en la web de Transparencia. El conseller de Hacienda, Vicente Soler, también recibe corbatas a menudo. Él las guarda en su despacho «por si surge algún imprevisto» y las necesita.

La consellera de Sanidad, Carmen Montón, es quien menos presentes ha recibido, aunque predominan los alimentos y los libros. Y es que vino, productos de la tierra y alimentos varios reciben todos los consellers. La consellera de Agricultura, Elena Cebrián, sin embargo, bien podría montar un supermercado en la planta baja del edificio. Si hay «cantidad» se dona a Cáritas. Si es la mínima expresión se «comparte» entre compañeros. Si no es el momento de beber cerveza, cocinar unos pollos o degustar un queso, los alimentos se destinan a las cocinas del Palau o a las propia conselleria, que hará uso de ellos en futuras recepciones o vistas. Es, otra medida de ahorro. Los regalos «de trabajo» «puertos USB, altavoces...» se quedan en las consellerías.