Ximo Puig se resistió en 2017 a cargar contra Mariano Rajoy por un incumplimiento que era evidente pero que aún no se había producido: la ausencia de un nuevo modelo de financiación autonómica en 2017, como el inquilino de la Moncloa se comprometió en la conferencia de presidentes de hace un año. Puig incluso se mostró dispuesto a transigir y en una de sus últimas declaraciones del año se conformó con que el Gobierno dijera al menos qué pensaba hacer con este asunto central en la «agenda valenciana». No obtuvo resultados y ayer, el jefe del Consell elevó el tono en su discurso de Año Nuevo.

«En 2017, la Comunitat Valenciana ha cumplido, pero no se está cumpliendo con la C. Valenciana», dijo en referencia a la citada vulneración del compromiso de una nueva financiación. «¿Cuándo se cumplirá con los valencianos?», añadió. Es un enigma en estos momentos, pero Puig planteó su primera reivindicación de 2018: la reforma del sistema de financiación debe producirse antes de que se aprueben nuevos presupuestos generales del Estado. Esto último depende fundamentalmente del PNV y el Gobierno confía en un acuerdo pronto.

Las dos cuestiones, no obstante, están condicionadas por el elemento central en España: el conflicto catalán. No podía faltar en el discurso del presidente de la Generalitat, que expresó el deseo de una solución, si bien este caso «no puede distraernos». «No puede retardar las reformas» del modelo territorial, dijo, porque hay «una insoportable desigualdad» según la autonomía donde se resida y hay un proceso de recentralización «utilizado para minimizar el estado del bienestar».

La C. Valenciana ha «hecho los deberes», en opinión de Puig, al ser espacio de estabilidad, el elegido por empresas y bancos «en busca de seguridad jurídica», y al crear 190.000 puestos de trabajo.

Los retos pendientes que subrayó: las 391.000 personas sin trabajo, la falta de agua, las listas de espera sanitarias, los barracones en las escuelas y la agilización de las ayudas a la dependencia. Sin olvidar el cambio climático y la violencia machista, «el primer problema de nuestra sociedad». Compromís y PSPV aplaudieron el mensaje, pero Podemos (el otro socio del Botànic) marcó distancias en su línea de desapego del Consell. Le pareció un mensaje «algo conformista».