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Premio Jaume I de Investigación médica

Dolores Corella: "No debemos alejarnos de la dieta mediterránea, nuestro genoma está adaptado a ella"

La castellonense Dolores Corella recibe el Rei Jaume I por su contribución en el desarrollo de la nutrigenómica

La doctora Dolores Corella, premiada con el Jaume I 2018. uv

No todos los días se puede asistir, y contribuir, al nacimiento de una nueva ciencia. Dolores Corella Piquer (Castelló, 52 años), ha sido una de estas privilegiadas. Esta doctora en Farmacia y catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universitat de València ha puesto los cimientos y ha ayudado a levantar la nutrigenómica: la relación entre lo más profundo de la expresión del ser humano, sus genes, y lo que comemos.

Precisamente por este trabajo pionero «en el nacimiento y desarrollo» de este nuevo campo, el jurado del premio Rei Jaume I ha decidido reconocerla con el galardón del área de la Investigación Médica. «Para mí es una alegría muy grande porque he empezado de cero y con poca ayuda, por lo que es una satisfacción enorme», aseguraba ayer desde Zaragoza, donde había recibido la noticia.

Además de un reconocimiento a estos años de trabajo y esfuerzo, para Corella, el premio -dotado con 100.000 euros- significaba un «gran estímulo» para seguir en la brecha de la investigación, una ayuda en un mundo «lleno de trabas, con problemas, sin dinero... hay multitud de veces que dices '¡me lo dejo!' Un premio como este ayuda a decir 'no, voy a seguir'».

Desde los primeros estudios que se hicieron en nutrigenómica, han pasado apenas algo más de dos décadas, tiempo que, hablando de ciencia «no es nada». «Se ha construido todo desde cero», recuerda Corella que hizo los primeros estudios nutrigenéticos en el prestigioso estudio Framingham.

Desde entonces y pese al poco tiempo que ha pasado, esta doctora en Farmacia asegura que se ha conseguido «bastante en poco tiempo, al menos tenemos ya las pruebas de que esta nueva ciencia sí servirá para algo y tenemos datos que nos aseguran que estamos en el buen camino».

La Genómica nutricional que Corella Piquer ha ayudado a alumbrar establece la relación que los seres humanos tenemos con la comida desde el código genético: desde las preferencias y la predisposición que cada uno tiene por los alimentos, por ejemplo, dulces o saldados a los mecanismo que nos hacen intolerantes a la lactosa o al gluten.

Pero, más allá de descubrir susceptibilidades a ciertas proteínas de los alimentos, la nutrigenómica ha de marcar el camino en el futuro «en la prevención médica. No solo en el tratamiento. En los genes llevamos escrito el riesgo que tenemos de padecer ciertas enfermedades como el cáncer o la diabetes y, conociéndolo, podemos también educarnos para mejorar nuestra dieta para retrasar o evitar su aparición». Es la importancia de los factores ambientales (comida, ejercicio, tóxicos...) en cómo se expresan los genes, la conocida como epigenética.

Corella defiende por ello el mantenerse fieles y no alejarse de la dieta mediterránea, «no solo porque es una de las más saludables -aunque tiene mucha competencia- sino porque nuestro genoma está adaptado a esa dieta y parte de los actuales problemas es porque nos estamos apartando».

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