«Cualquier niño con necesidades especiales se valora en porcentajes, para saber de qué recursos puede disponer y durante cuántas horas... Y esto es lo más injusto que le puede pasar. Si metes la aritmética en educación, los que sufren son los niños. Para los que están dictaminados se les establece un porcentaje y la conselleria establece las horas de apoyo de una persona especializada en cada aula. No se establece qué recursos necesita cada niño, sino cuántas horas le damos en función del personal del que dispongo», explica el presidente de la AMPA del CEIP Angelina Carnicer, Roberto Borjas.

Además, Borjas afirma que el personal docente de los centros educativos tiene las manos atadas, y bien atadas. «El profesorado asume que tiene que encargarse de los alumnos que tenga, con o sin necesidades especiales... y sin quejas y sin pedir más refuerzo, o personal de apoyo porque no hay. Si se quejan de más... hay apertura de expediente... y al final han acabado por callar todos y se arreglan como pueden, a pesar de los recortes, de la supresión de tutores... No se quiere asumir la realidad», explica, tras lamentar que los niños «se hayan convertido en números».

Con y sin dictamen

Además, pone el foco en otro problema: los niños que tienen necesidades especiales acuden a un aula ordinaria... y carecen de diagnóstico. «Hay niños que no tienen dictamen pero que también hay que encargarse de ellos de la mejor forma posible. Pero tal vez sus padres no quieran el dictamen, o este se solicite en un par de años según la evolución del menor... Pero, claro, hay problemas dentro de clase y fuera... Porque hay padres solidarios y padres que no lo son y son los docentes lo que viven el problema y no pueden pedir apoyo».