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Nombramiento

Mensaje de autoridad de Sánchez a los 'barones'

El Ejecutivo coloca a un «pata negra» de Ábalos en la delegación y desoye las preferencias del jefe del Consell en una estrategia repetida en otras zonas

Mensaje de autoridad de Sánchez a los 'barones'

La decisión de Pedro Sánchez de situar al frente de la Delegación de Gobierno a un escudero de su mano derecha en el partido, el ministro valenciano José Luis Ábalos en lugar de consensuar un nombre con el jefe del Consell, Ximo Puig, ha encendido las alarmas en el Palau de la Generalitat. El nombramiento de Juan Carlos Fulgencio se ha interpretado como la evidencia de que Sánchez ni olvida ni perdona y la cúpula del PSPV teme que la demostración de fuerza acabe trayendo problemas al Botànic si el elegido carece de la mano izquierda necesaria para conciliar los intereses del Gobierno con los de un ejecutivo de coalición con Compromís cuando se acerca la hora de desempolvar las urnas.

Ahora bien, el sanchismo valenciano (abalismo, si el lector prefiere) subraya que Fulgencio garantizará la tregua necesaria en el socialismo de cara a las elecciones y no será un cargo incómodo para Puig. Eso sí, no discute que la elección es un aviso a navegantes. Pedro Sánchez es ahora presidente del Gobierno, además de líder indiscutido del PSOE y en la mayoría de las comunidades ha dado un golpe de autoridad con las designaciones de delegados del Gobierno. Serán sus fieles quienes se subirán al coche oficial. Un gesto a la tropa que estuvo a su lado en los momentos de soledad. Como el silencioso y casi desconocido Fulgencio.

Más allá de que es funcionario (policía local que ocupó plaza primero en Moncada y después en València), al militante Fulgencio se le conoce en el partido sobre todo por ser de la estricta confianza de Ábalos y de la secretaria provincial de València, Mercedes Caballero, con la que ha trabajado estos meses codo con codo.

Fulgencio ha sido sobre todo un fontanero del partido en el nivel local (Moncada) y comarcal (l´Horta Nord), donde se ha hecho con el control al ganar las primarias. Nunca ha ocupado cargo público o electo ni se ha destacado en el sindicato UGT, del que es afiliado.

Su mejor credencial es su lealtad a Ábalos a prueba de bombas, suficiente para que Sánchez lo haya convertido en la tercera autoridad. Será sus ojos y oídos en un territorio cuya dirección en su día le fue hostil, si bien su perfil bajo lo convierte en un contrapoder más llevadero para el Consell. Una operación, por ejemplo, que Sánchez sí ha hecho en Andalucía, con una velada declaración de guerra a Susana Díaz. En la mayoría de territorios la decisión ha sido sin consulta previa con el barón local, una anomalía con el pasado.

Caballero seguirá así guardando las esencias del sanchismo en las Corts (es su única representante) y se garantiza la continuidad en las listas autonómicas.

Puig evitó ayer públicamente cualquier disensión. Es «una decisión que atañe al Gobierno», de modo que el nombramiento por parte «de quién tiene legitimidad para hacerlo» le parece «correcto».

Fulgencio dijo que que ha recibido la indicación de Sánchez de que Puig tenga todo su apoyo. «Una cosa es la diferencia de opiniones en el seno de un partido y otra, gobernar, y Puig lo está haciendo muy bien», afirmó a la Ser.

El ya exdelegado, Juan Carlos Moragues, se despidió con una carta en la que destaca que la C. Valenciana está en «mínimos históricos» de delincuencia y recuerda que su sustituto podrá inaugurar la reforma del Palau del Temple, sede de la delegación.

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