Pasadas 48 horas del desembarco del «Aquarius» en València, ¿cuál es la situación actual de los migrantes?
Se ha concluido la fase más crítica, la de la acogida, en la que había que coordinar a muchas administraciones en una operación que fue dirigida a que las personas estuvieran en el muelle el menor tiempo posible. Fue una tarea compleja y acabamos muy contentos de cómo se desarrolló la jornada del domingo. Fue un día intenso y duro, pero los resultados fueron muy positivos.
¿En qué condiciones llegaron al puerto de València las personas rescatadas en el Mediterráneo?
Psicológicamente todos venían con un estrés muy alto. La situación física era bastante aceptable porque en el barco se alimentaron e hidrataron. No han venido en tan malas condiciones como cuando llegan a una playa tras una travesía marítima. Psicológicamente es muy duro lo que han vivido. Hay que sumarle todo el tiempo que ha transcurrido desde que salieron de su lugar de origen, porque a la vista de las nacionalidades habrá casos de personas que habrán tardado meses en llegar hasta Libia. Llegar a un país como España y no saber muy bien qué les espera? Es una situación de estrés muy potente. Esta es una de las labores de Cruz Roja, tranquilizarles y hacerles ver que están con personas que les vamos a ayudar y cuidar. Luego se profundiza en aspectos psicológicos. Ahora hemos coneguido tranquilizarlos y están muy contentos.
¿Y en qué consiste la segunda fase de todo este proceso?
Ahora todas las personas ya están en sus lugares de residencia, en el que van a estar esperando, pendientes de resolver su situación administrativa y saber qué será de ellos en el futuro. En estos lugares está funcionando todo correctamente. El más complicado, por el número de personas, es el complejo de Cheste. Sobre todo por la logística que requiere atender a tanta gente y que todos estén en condiciones razonables, que estén entretenidos y con asistencia. Este sitio es el que más trabajo ha conllevado. Están recibiendo atención sanitaria, psicológica y de intérpretes para sus gestiones administrativas.
¿Qué pasará con aquellos que no obtengan el asilo?
Si no se les concede el asilo ni la residencia pueden entrar en una situación administrativa en la que tengan que volver a su país de origen. Las autoridades valoran caso por caso, según las características de cada persona.
¿Cree que se ha estado a la altura de lo que se esperaba?
No sé cómo se ve desde fuera, pero desde dentro, todos hemos estado a un nivel muy alto. Todo ha funcionado bien. Todos han participado con profesionalidad. Ha sido una operación ejemplar.
¿Ha habido que improvisar mucho sobre lo programado?
Del operativo inicial no ha habido que improvisar casi nada. Hubo que poner alguna carpa adicional por el calor y también se reforzó la dotación de intérpetes de árabe, porque la previsión se hizo según la información que se nos dio desde los buques. Todo se resolvió rápidamente gracias a la Generalitat y los colectivos árabes en València.
¿El «Aquarius» ha sido el mayor desafío de Cruz Roja en los últimos tiempos?
Sin duda, ha sido una operación muy importante. No por el número, porque ha habido casos de desembarcos con un mayor número de personas. Pero en este ha habido una planificación, organización, una coordinación con las administraciones porque sabíamos que teníamos tiempo para hacerlo. A todo esto ha contribuido el extraordinario interés suscitado a nivel mundial. Esto ha hecho que todos nos hayamos sentido más responsabilizados para que todo esto saliera bien.
¿Puede repetirse en València la llegada de otro barco como el «Aquarius»?
No parece probable, porque València no es un puerto adecuado por la distancia que hay hasta la zona en la que están operando los barcos como el «Aquarius». No es el destino más adecuado porque la travesía es muy dificultosa para la gente en el barco. Esta travesía ha tenido problemas con la climatología y ha sido dura. Es difícil prever lo que puede pasar, pero todo esto es la expresión de un problema que alguien debe tratar de resolver.
