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Análisis

Las dos almas de Bonig

La lideresa, de ideología afín a Casado, se mantiene neutral mientras su dirección apoya a Santamaría

Las dos almas de Bonig

Con el corazón 'partío'. De esta manera podría estar viviendo la presidenta del PPCV, Isabel Bonig, las primeras primarias de la historia del partido conservador, un proceso que encara su recta final a cara de perro y con un importante nivel de crispación tanto en España como en la Comunitat Valenciana. Bonig, una de las dirigentes que en su día más se mojó por incorporar la participación interna, apostó al principio por la neutralidad con el argumento de que no quería influir en la militancia, si bien dejó la puerta abierta a posicionarse cuando las bases hablaran. Solo en parte cumplió su palabra ya que, al final, ha optado por prolongar una neutralidad que ayer reiteró: «Soy partidaria de una lista de unidad porque creo que los dos candidatos representan las dos almas del PP que necesitan estar unidas», indicó poco después de que circulara como cierto que finalmente el gallego Alberto Núñez Feijóo se posicionaba abiertamente con Pablo Casado, cosa que el presidente de la Xunta negó por la tarde.

Los pronunciamientos tras la votación del día 5 apuntan a que Bonig está con la candidata Soraya Sáenz de Santamaría. Reclamar unidad y respeto a la voluntad de la militancia (la exvicepresidenta del Gobierno es la preferida de las bases) se han entendido como señales inequívocas. Ayer Bonig volvió a hacer un guiño al contestar que sería «fantástico» que los compromisarios eligieran a una «mujer», aunque matizando que no creía en las cuotas.

Con todo, el argumento de mayor peso de que Bonig está con Santamaría es que todo el aparato del PPCV se ha decantado por la aspirante a suceder a Rajoy. Hasta su entorno más cercano mantiene que su neutralidad es real y que es la mejor forma de garantizar la libertad de los compromisarios. No obstante, hay quien apunta que a la presidenta del PPCV no le ha quedado más remedio que callar aunque, en realidad, está dividida porque el corazón señala a Casado y el cerebro a Santamaría.

Al margen de interpretaciones más o menos interesadas por parte de ambos bandos, Bonig tiene, objetivamente, razones para ver en estas primarias un dilema. Aunque el que está por venir no es un congreso ideológico (no hay ponencias que debatir) los perfiles de los dos contrincantes son bien diferentes. A Sáenz de Santamaría se le sitúa en posiciones más centristas, mientras que Casado, pese a representar la regeneración, está identificado con un discurso de derechas más acorde con los postulados de la lideresa popular. Esa vuelta a las esencias que Bonig siempre ha reclamado tienen, sobre el papel, mayor acomodo en el discurso de Casado.

Hay también una cuestión de piel. Bonig y Casado establecieron en su momento una vinculación política y personal cuando la lideresa atravesaba una importante crisis en sus relaciones con Rajoy. Casado fue de los pocos que le echó un cable cuando se enfrentó a los concejales imputados por Taula y a la propia Rita Barberá. Por otro lado, al menos durante mucho tiempo, las relaciones entre la vicepresidenta del Gobierno y Bonig fueron frías. La primera no es una mujer amante de la vida interna de los partidos. La exalcaldesa de la Vall d'Uixò, sí lo es.

Así y todo, Bonig recondujo su relación con Génova y con Rajoy y pese a estar considerada como una mujer visceral y de fuertes convicciones ideológicas, es también una mujer disciplinada. Santamaría es la candidata 'oficiosa' de un Rajoy que se va, pero que sigue siendo influyente. Y su afinidad con quien fue su mano derecha es obvia. Casado, además, ha logrado cabrearle con su críticas al pasado.

Bonig nunca logró el grado de cercanía deseado con Rajoy, pero lo respeta. Se añade, además, un dato clave. Todo el aparato (regional y direcciones provinciales) está con Santamaría, por lo que ir a contracorriente, es casi un suicidio. Se quedaría literalmente sola ya que la mayoría de sus críticos han acabado posicionándose con Casado después de haber apoyado en un inicio a Cospedal. En este contexto de presunta presión ambiental, para que Bonig apoye a la vicepresidenta, desde la candidatura de Casado se asegura estar más que contentos con su neutralidad.

Está por ver si el no posicionarse a la larga le traerá problemas. Hay quien opina que en esta guerra, la neutralidad será penalizada ya que siempre pasa factura 'no estar', pero en su entorno se mantiene que estos cálculos suponen desconocer la realidad del partido. «Gane quien gane, tendrá que contar con los presidentes regionales, si no siempre estará en la oposición», apuntan.

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