Susana Díaz adelantó ayer las elecciones andaluzas al 2 de diciembre. Más de tres meses antes sobre el calendario regular. Adiós a una hipotética coincidencia con las valencianas, ya que el mínimo para celebrar los comicios desde la disolución de las Corts es de 54 días. Una conjunción, en todo caso, indeseada para el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, que ha reiterado que el gran argumento para un adelanto es la «singularización» de la Comunitat Valenciana. Ni andaluzas, ni generales, que es otra amenaza posible: si Puig adelantara, sería para una convocatoria única, aseguran en su entorno.

No obstante, la perspectiva del anticipo de las urnas se desinfla cada hora que pasa sin que el jefe del Consell apriete el botón.

Tanto las fuentes citadas como altos responsables del PSPV consideran que, a pesar del soniquete de los últimos días, con rumores debajo de cualquier escaño, la posibilidad del adelanto está más lejos ahora que el pasado verano, cuando Puig inició una ronda de consultas entre cargos de confianza, como informó Levante-EMV.

En ese momento, el president llegó a tener encima de la mesa un posible calendario, que culminaba con comicios el 16 de diciembre. Para que ese escenario no sea política-ficción, el límite temporal está en el próximo día 20.

De momento, no hay indicios en el clima de los últimos días en el Palau de la Generalitat de que Puig esté en esas disquisiciones, «aunque no le hayan faltado ganas», apostillan. La mayor parte de esta semana la pasará además en Bruselas y Fráncfort.

Él insistió ayer en que no, que el factor de estabilidad del Consell bipartito es el que prima, por ahora, por encima de la deseada singularidad de la C. Valenciana.

Nada impide que el jefe del Consell pudiera adelantar elecciones para los meses de enero o febrero. Es el margen que ha aplicado Susana Díaz en Andalucía. Pero en la cúpula del PSPV no lo ven. «Poco factible», zanja un miembro de la ejecutiva de Blanqueries. Se refiere a que dos convocatorias en cuatro o cinco meses (las municipales y europeas el 26 de mayo y las autonómicas unos pocos meses antes) es un panorama indigesto que podría tener consecuencias sobre la participación. Y sin descartar que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no adelante también las generales.

Por todo eso que: o el adelanto es para sacar las urnas en 2018 o queda descartado, aseguran dirigentes socialistas consultados.

Falta además una oportunidad clara, además del argumento identitario de la singularización. La falta de apoyo suficiente a los presupuestos de la Generalitat podría serlo, pero no parece que Podemos vaya a tensar tanto la cuerda. La inestabilidad interna del ejecutivo sería otro motivo, pero aunque las tensiones con Compromís existen, no parece que como clausurar el Botànic. Ni siquiera se da un cierre de las vías de comunicación con Madrid. El debate se agota.