Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Plataforma DevWomen

Programación web en femenino

Un centenar de profesionales de la programación, un sector masculinizado, se ha sumado a la plataforma valenciana DevWomen

En el impulso que se quiere dar a las mujeres para que, de una vez por todas, entren en sectores y espacios tradicionalmente masculinizados, el mundo del desarrollo web no podía quedarse atrás. València acoge desde hace meses la iniciativa estatal DevWomen, una plataforma sin ánimo de lucro que pretende visibilizar a las desarrolladoras y programadoras web.

«Siempre se ha concebido que los ´trabajos de ordenador´ son para hombres y eso lo vemos desde pequeñas. Si las niñas lo asocian a los chicos, con 12 años lo consideran aburrido y no les interesa», explica Andrea López, project manager de DevWomen, que nace al calor de Onestic, una empresa que se dedica al comercio electrónico.

Aunque reconoce que «cuesta encontrarlas», ya son más de cien mujeres las que se han sumado a la plataforma, que periódicamente organiza charlas, conferencias, networking y retos de programación. Además, próximamente pretenden abrir una bolsa de empleo para facilitar a las empresas la contratación de mujeres profesionales.

Muchas llegan a este mundo por casualidad, como Leonor Salazar, que es analista de calidad en Thoughtworks. «Compruebo la calidad de los softwares que desarrollamos y llegué por suerte. Estudié Recursos Humanos, no encontraba trabajo y lo hice dando soporte técnico. Me fue bien y decidí estudiar un máster en Informática», recuerda.

Por su parte, Estela Medrano, desarrolladora web y estudiante de Devescola, no veía su futuro en una fábrica. «Como siempre me ha gustado la tecnología, ´salté´ y me apunté a un Grado Superior; luego hice otro y desde entonces he trabajado», apunta.

Pero también hay chicas que desde pequeñas lo tuvieron claro, como Patricia Pons, doctoranda en la Universitat Politècnica de València (UPV). «No sé en qué punto lo decidí, pero yo quería estudiar Informática. Me gustaba la ciencia ficción y los ordenadores y, aunque mi familia siempre me ha apoyado, la gente me decía que era una carrera difícil», relata.

Ellas han conseguido hacerse un hueco en este sector en el que los estudios más optimistas revelan que la presencia femenina no llega al 33 % , aunque han tenido «experiencias de todo tipo», dicen.

«En mi empresa somos un 50 % de mujeres, pero con los clientes ves otras cosas. Si soy la única mujer en la mesa de decisiones, se sorprenden de que sea técnica, porque es más común ver a analistas de negocio», expone Salazar. «Aún queda mucho machismo», sentencia, ya que también existe la brecha salarial.

Medrano afirma que en ocasiones «propones cosas y ni te escuchan; te toca sacar el carácter y recordar que sabes de qué hablas; lo que una mujer tímida no hará; o pelear porque no tienes la misma subida salarial que ellos», lamenta.

«Ser la única de clase»

En el mundo académico, también hay minoría femenina, expone Pons, y «aunque son inclusivos y te sientes cómoda, no deja de ser raro ser la única de clase». De mi grupo de doctorado, soy la única mujer y he tenido contadísimas profesoras en la carrera», afirma.

A pesar de esto, López asegura que las empresas «cada vez quieren más mujeres, porque saben que aportamos algo adicional». No obstante, para que esta diferencia deje de existir, considera que hay que ir «a la raíz, a los colegios, que vean que podemos aportar mucho».

Sobre el oficio, aseguran que lo único necesario son ganas y creatividad. «No es algo cuadriculado como parece, si te pones a pensar, puedes dedicarte a lo que quieras y cambiar el mundo», apunta López. Por ejemplo, Pons desarrolla tecnología interactiva para animales que pasan tiempo solos en casa o zoos, para que tengan los estímulos mentales y físicos que necesitan.

El desarrollo del pensamiento lógico y aprender a estructurar bien la información son otras de las ventajas de este campo que, como destaca Medrano, también permite «trabajar en remoto y, por tanto, la conciliación familiar. «Fui desarrolladora al mismo tiempo que madre y pude hacerlo. Ahora, me estoy volviendo a formar porque siempre hay que reciclarse», explica.

Asimismo, la programación está relacionada «con las personas, porque la mayoría de defectos lo son por las interacciones, errores humanos... no por el código», manifiesta Salazar. «Parece que nos pasamos el día delante de la pantalla ´picando código´, pero antes de programar tienes que pensar qué quieres hacer y por qué y darle inteligencia», resumen.

Compartir el artículo

stats