Lleva apartada de la universidad cerca de un año y volvió ayer debido a la «insistencia» de Vicente Garrido, expresidente del Consell Jurídic Consultiu y director del congreso «Presente y Futuro de la España Territorial», donde Remedio Sánchez abordó, junto al magistrado Manuel Domingo, «De la España provincial al estado autonómico: el futuro de las diputaciones». Puso el contexto histórico del debate político que se aborda hoy.
¿Cree que es el momento de reformar la Constitución y eliminar las diputaciones?
El sistema es complicado, como cualquier estado democrático, pero las diputaciones son susceptibles de ser reformadas y ser sustituidas. Ahora bien, emprender una reforma solo por las diputaciones no lo haría nunca. Ha de estudiarse bien sin importar el tiempo: en Suiza, la última reforma llevó 30 años. Hay que eliminar los intereses partidistas para hacer una reforma general y coherente. Los constituyentes pusieron las provincias y sus diputaciones y ahora queremos quitarlas porque no funcionan, por falta de transparencia o porque son reductos donde los políticos se han establecido más de lo que se debía. A mí, sigue sin parecerme suficiente motivo para abordar una reforma.
¿Son pocos motivos?
Seguiríamos con la política de parches. La provincia se pone en el texto en diversos preceptos para frenar los posibles resultados indeseables de las Comunidades Autónomas, es decir, del desarrollo desigual de las comunidades. No se sabía hasta dónde iban a llegar. ¿Ahora lo quitamos? No. Hay que ver qué Estado queremos, si es unitario, regional, federal? Tenemos una mezcla de todos, donde la regla general es que cada uno se lleve lo que quiera.
Decía que han pasado dos siglos desde la Constitución de 1812 y las provincias siguen blindadas y aún hay miedo a reorganizar el territorio.
Con miedo me refería a que hay autores creen que la Constitución de 1812 se podría haber apoyado más en el foralismo, al igual que en la actual, donde se tuvo muy claro establecer un estado autonómico pero sin certeza de cómo evolucionaría. Se mantuvieron por precaución. Ahora creo que las provincias se mantienen por intereses políticos y electorales; constitucionalizar la provincia y tener una circunscripción electoral.
¿Entonces, tiene sentido mantener la tercera administración?
Hay que sentarse y ver qué modelo de Estado queremos para que no haya incoherencias o contradicciones. Las provincias no tienen sentido en un estado autonómico, no hacen falta, pero hay que estudiarlo bien. Con gobiernos autonómicos no hacen falta las diputaciones; en el primer texto constitucional no aparecían.
¿El vaciado de competencias que se propone es posible?
No se puede. Una sentencia del Tribunal Constitucional fue clara, aunque pasó de puntillas. La Ley de Coordinación de diputaciones no se declaró inconstitucional, pero el tribunal puso requisitos con los que había que interpretar la ley, que no se ha aplicado ni ha tenido virtualidad.
Parece que el Botànic quiere virar hacia la comarcalización.
En Cataluña siempre ha habido esas aspiraciones, pero no creo que pueda hacerse si antes no se reforma bien la distribución territorial. ¿Para qué queremos provincias y comarcas? Según Manuel Domingo, las comarcas han sido un fracaso.
La Constitución habla de cooperación entre la autonomía y las diputaciones. ¿Se ha cumplido?
Son principios necesarios en toda administración pública. Si se hubiera cumplido no habría habido los escándalos políticos que hemos presenciado.
