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Entrevista

Santos Juliá: "La reforma de la Constitución debe afrontarla un Gobierno salido de las urnas"

"Hay consenso académico en que la reforma de la Carta Magna transforme el Estado en uno federal", afirma el historiador y sociólogo

Santos Juliá: "La reforma de la Constitución debe afrontarla un Gobierno salido de las urnas"

¿La democracia española ha sido un espejismo? Un sector de la ciudadanía tiene la percepción de que las libertades se pierden.

Es una democracia consolidada, completamente homologable a las europeas. Está entre las primeras en todos los estudios sobre la calidad de las mismas. No se están perdiendo libertades. Están garantizadas en derecho por los tribunales. No se puede decir que hay déficit de libertad en el ejercicio de los derechos fundamentales que reconoce la Constitución. No estoy de acuerdo.

¿Estos 40 años han servido para regenerar la política española?

Hay una colonización por parte de los partidos políticos de las instituciones del Estado, en las democracias occidentales, en general; y, más que en representantes de la sociedad, se han convertido en gestores estatales, con una tendencia progresiva a ocupar, no solo el poder Ejecutivo y el Legislativo, sino instituciones sociales, civiles, y parte del Poder Judicial por el nombramiento de sus órganos y de los altos tribunales. Esa interpenetración ha provocado una colusión de intereses que ha facilitado una progresiva corrupción.

La sociedad está escandalizada con la corrupción, con las grabaciones del comisario Villarejo, ¿esas cloacas se arrastran desde la dictadura?

La relación del poder del dinero es tradicional en las democracias desde sus primeras constituciones. La corrupción ha derivado de esas tramas de intereses político-financieros, empresariales; de una financiación ilegal de los partidos; de los gravámenes del 3% por cada concesión de obras; de la desviación de fondos públicos incontrolados por el Estado, hay muchos orígenes de esa corrupción, ahora bien, los partidos corruptos han pagado un precio. En la dictadura franquista, la corrupción era sistémica e incontrolable.

Los ciudadanos tienen la percepción de que la justicia no ha funcionado del todo para castigar la corrupción.

Los casos de corrupción que han acabado ante jueces van desde la Casa Real al último al último concejal de un ayuntamiento, y se cuentan por decenas. La separación de poderes ha actuado, la ha controlado, aunque no haya podido impedir que apareciera, sí se ha procesado por cohecho activo o pasivo o por derivación de fondos públicos... Un partido político con el máximo poder ha caído de un gobierno y las carreras políticas de sus representantes han terminado por la actuación judicial porque la Constitución ha funcionado y una moción de censura ha obtenido la mayoría suficiente para acabar con el poder de un grupo político.

¿Es difícil escapar a la justicia?

Las cosas no son blancas o negras, es innegable que el funcionamiento del sistema, más que el sistema mismo, ha propiciado la corrupción y ha saltado a los ojos de toda la sociedad, pero también es verdad que el sistema, sin producir ninguna violencia, ha sabido poner fin a muchos de estas desviaciones sentando a los culpables que son del poder financiero, político o social ante los tribunales. Nos tenemos que felicitar, también, por la policía, por los mecanismos de anticorrupción de los que se han ido dotando progresivamente para que los responsables acaben condenados.

Usted afirma que el Poder Judicial está impregnado de poder político.

Los organismos del Poder Judicial, no cada juez en el ejercicio de su función. Hay un vicio político en la facilidad con que un juez puede pasar a ser ministro de un gobierno y volver a la carrera judicial y que transmite la impresión de que los políticos pueden presionar a los jueces y viceversa. Debería haber una exigencia de que abandonen la judicatura por una serie de años que les haga plantearse si merece la pena la carrera política.

Ahí está la sentencia del Supremo que se desdice a sí mismo en el caso de los impuestos de las hipotecas.

La separación de poderes debe ser una realidad y parecerlo. Creo que el Tribunal Supremo, en ese asunto, ha vuelto a dar una apariencia de que los intereses políticos están en una relación viciada con la actuación de los tribunales de justicia.

¿Cómo debe articularse la reforma constitucional?

En dirección a transformar el Estado español en uno federal. Ya hay un amplio consenso académico. Sería necesaria la reforma del Senado en cámara de representación territorial y la exigencia de que se dieran las condiciones para iniciar el debate con los nuevos poderes ya constituidos. Sería una reforma que consolidara lo realizado y abriera caminos de futuro y para eso es precisa la lealtad de las comunidades.

¿Es posible ahora?

Hoy, no se da. La Constitución no previó un sistema institucional que garantizara la lealtad constitucional de una comunidad con el resto y del conjunto de comunidades con el Estado. Ese es el fallo del Estado de las Autonomías, en el que las políticas de esas autonomías se han empleado con mucho énfasis en la construcción de identidades separadas y lo que empezó como recuperación de señas de identidad condujo a esto, de tal manera que nacionalidad se convierte en nación, y región en comunidad nacional.

Los españoles, muchos políticos, no parecen afrontarlo con serenidad.

En este momento, el Gobierno no tiene recursos suficientes para poner en marcha una reforma de esta magnitud y profundidad, sobre todo, del título octavo dedicado a las comunidades autónomas. Tendría que ser un gobierno salido de las urnas y con capacidad suficiente para dirigir este proceso y eso no se da en este momento.

¿Sería imprescindible someter a referéndum la continuidad de la monarquía?

La monarquía parlamentaria, como forma de Estado, ni ha provocado esta crisis ni tiene que ver con ella; se hubiera producido igual en una república. Se ha aprovechado la crisis constitucional abierta para poner todo patas arriba. Que el Estado tenga forma republicana o de monarquía parlamentaria no afecta para nada a la resolución, a cómo enfrentarnos a una vulneración de la Constitución de un poder del Estado como son el Gobierno y la Generalitat de Cataluña.

¿Cómo salir del entuerto?

No lo llamaría entuerto, tendemos a trivializar lo que ha pasado en Cataluña, a decir que no ha tenido consecuencias y no: es muy grave, es una vulneración de la Constitución y del Estatuto de Autonomía, con ambos textos han roto unos partidos que tienen un poder derivado de la Constitución, tras una decisión unilateral para proclamar la independencia. Habría pasado igual con una república, como pasó en octubre 1934 cuando la Generalitat proclamó una república catalana dentro de una federal española que no existía. Fue juzgada como rebelión y hubo un acto de fuerza. El Estado envió a divisiones.

¿Los populismos son imparables?

En España no ha tenido virulencia. Hay un ingrediente populista cuando uno entiende la política como un enfrentamiento entre el pueblo y una casta de gobernantes que hay que liquidar, pero la actuación de los partidos políticos nuevos no es una actuación populista, se han incorporado a un sistema constitucional sin poner patas arriba todo el sistema, por tanto, no ha aparecido un dirigente que rompa con el sistema y atraiga a más de la mitad del voto. Aquí no ha salido ni un Putin, ni un Trump, ni un Maduro. Hay un elemento populista en todo nacionalismo y lo hay en el catalán, el decir 'el pueblo de Cataluña retira?'.

¿Por qué la exhumación de Franco causa tanta polémica?

No solo hay que exhumar a Franco del Valle de los Caídos, sino a todos los enterrados ahí porque es el monumento a la cruzada y debe dejar de ser el lugar supuestamente de reconciliación entre vencedores y vencidos. Un lugar de reconciliación, de memorial de las guerras civiles españolas, desde la de 1833 a la de 1936, que todas tienen un elemento sedicioso, está todavía por construirse, y por tanto, el memorial de todas no puede estar presidido por una cruz gigantesca y ser una basílica.

¿En qué debería consistir ese memorial?

Debe ser un lugar que plantee interrogantes a quienes lo visiten, no que le dé una respuesta, un relato consolador sino que suscite inquietudes, aparte de reconocer a las víctimas. Esa tarea la tenemos pendiente y, dentro de ella, la exhumación de Franco, es un elemento importante, central.

¿Sacar los restos de Franco del Valle de los Caídos es acertado?

Sí, y que se le dé un enterramiento privado, en un cementerio, no en un lugar monumental, como una catedral.

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