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Análisis

Ni un día sin sobresaltos desde el fuego de Madrid

La amenaza de elecciones inminentes de Sánchez trastoca una agenda valenciana ya agitada con el enredo catalán y la ofensiva de las derechas

Puig, ayer, en la visita a la empresa Roquette Laisa en Benifaió. levante-emv

En menos de 24 horas, la política española se ha visto convulsianada por la gran manifestación de las banderas, que finalmente no fue tan grande, por la amenaza de Moncloa de convocatoria urgente de elecciones generales y por la rentrée de los restos de Francisco Franco en escena, esos que no acaban de salir del Valle de los Caídos. Por si faltaban huesos en acción, se suman los de Pablo Iglesias y la Pasionaria, profanados en sus tumbas. Con esos grandes hits cociendo el panorama mediático, la agenda valenciana habrá que buscarla en la sección de objetos perdidos, si todavía existen.

La dificultad de la política valenciana para sacar cabeza en el proceloso océano informativo no es sorpresa. La novedad es la intensidad y aceleración de los impactos políticos que llegan desde Madrid (y alguno, menos, desde Barcelona) en las últimas semanas.

Lo preocupante es el momento, a tres meses y medio de unas elecciones autonómicas y municipales, donde lo primero a dilucidar va a ser si estas son un plebiscito a Pedro Sánchez o algo más. Si hay superdomingo, sumando generales al resto de convocatorias, no hay duda de que las papeletas (todas) serán flores o dardos para el gran líder socialista. Incluso si no hay supervotación, el empeño de Ciudadanos, PP y Vox es que ese sea el marco de la cita con las urnas. A PSPV y Compromís les preocupa: la gestión del Botànic quedaría en segundo, tercer o cuarto plano.

Si uno fuera un observador mal pensado, diría que la aparición de Mónica Oltra en la embarrada trinchera catalana es una forma de la líder del partido valencianista de enseñar cabeza en un panorama cada vez más cerrado.

De momento, la bala al aire ayer de unas posibles elecciones generales el 14 de abril (imposible otra fecha que añada más carga simbólica a unas elecciones que ya van servidas de factor emocional) suena a última carta del presidente del Gobierno frente a los independentistas ante el debate de las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos del Estado de 2019, que se inicia hoy y acabará mañana.

El mensaje, descifrado, viene a decir a ERC y PDeCat que, si no ceden en su presión y tumban las cuentas, como hasta ahora sostienen, se arriesgan a que la gestión del día después del juicio del procés quede en manos de un gobierno de derechas. Y no de uno cualquiera, sino de una alianza que ha hecho de la mano dura contra quienes desafiaron la Constitución en Cataluña la razón de su revitalización política.

Hasta hace unos días, el calendario electoral del PSOE se regía por el compromiso (tácito) de Sánchez con varios presidentes autonómicos de no convocar generales el 26 de mayo y esperar al otoño, evitando prorrogar presupuestos. Pero es conocida la tendencia del líder del PSOE a actuar libre y solo ante el mundo. Hasta ahora, el olfato no le ha fallado.

Que el aislamiento es imposible, queda claro. El PSPV quiere que las Corts aprueben esta semana una declaración institucional en favor de la «España del diálogo», el Estado de Derecho y la Constitución y en contra de posiciones rupturistas. Ante la ofensiva conservadora, plasmada en la manifestación de Madrid, Puig habló ayer de «fracaso estrepitoso» y Toni Cantó, de «éxito» que ha puesto «muy nervioso» al Botànic. ¿Y de la agenda valenciana, qué?

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