Se llama Rosa y lleva toda una vida de lucha. No por ella. Por su hija, de 11 años y con un autismo de grado II. Peleó para que pudiera asistir a un colegio ordinario, siguió la lucha para que en el centro tuviera los apoyos que necesitaba, exigió un aula CyL y ahora que va a esa clase se queda sin las casi dos horas que recibía de terapia privada «para tratar lo que el colegio no puede, porque ellos se centran en el currículo y aquí hay mucho más». Bueno, Rosa rectifica. Su hija no se quedará con terapia porque la pagará de su bolsillo. Se lo quitará de otra cosa. Ya se dejó el trabajo. Un empleo fijo en sanidad.

La hija de Rosa se queda sin beca porque este año va a un aula CyL. Pero Rosa recalca. «Va a un aula CyL pero mi hija comparte calse con niños pequeño, de 4 y 5 años. Parece la madre de todos. No entiendo por qué se queda sin la beca MEC. Un nuevo recorte. En las terapias privadas el trato es individualizado y se trabajan cosas diferentes a las del colegio. No entiendo por qué la conselleria ha actuado así. Es humillante».

Es más, para explicar «lo absurdo» del sistema, Rosa aclara que tiene otro hijo con TDAH, sin dictamen, y él «sí tiene beca MEC. ¿Él sí y mi hija que tiene autismo no? De verdad que no lo entiendo. Confío en el colegio y sé que hacen lo que pueden con los escasos recursos. La teoría es buena pero la práctica falla. Y los perjudicados son nuestros hijos».