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Entrevista

José Ignacio Latorre: "Los seres humanos seremos como hormigas para los robots"

«Nuestra relación con las máquinas será muy íntima y de amistad profunda», defiende el físico cuántico José Ignacio Latorre

José Ignacio Latorre, momentos antes de la entrevista. levante-emv

Llegamos adonde estamos gracias a máquinas sin alma que nos han aportado bienestar y la bomba atómica. ¿Es para estar orgullosos de esos instrumentos que hemos creado?

Todos los instrumentos creados por los humanos han tenido como primera aplicación ir contra otros hombres. Desde el fuego a la catapulta y, cómo no, el descubrimiento del corazón del átomo que sirvió para elaborar la bomba atómica. Está en la naturaleza humana usar los instrumentos contra nosotros.

Los científicos crearon la bomba atómica Little Boy y los políticos decidieron lanzarla sobre la población indefensa de Hiroshima. ¿Cómo se reparten la responsabilidad ética y moral?

En los comités de decisión para lanzar esa bomba no participó ningún científico pero eso no les exime de responsabilidad y muchos de ellos se quedaron en shock y marcados de por vida cuando conocieron el uso que se le dio a su trabajo. Este es un ejemplo de falta de reflexión. Hay que investigar pero son necesarios mecanismos severos de cómo utilizar progreso.

¿Eliminarán ese dilema las máquinas superinteligentes?

Las máquinas están programadas por humanos así que no eliminan dilema alguno. Ya hay ideas para estudiar la propia ética con inteligencia artificial y eso abre todo un universo de exploración.

O sea que cuando la naciente inteligencia de un mono descubre un fémur en la película de Kubrick y lo utiliza para golpear a sus congéneres quiere decir que todos nuestros avances tecnológicos acabarán teniendo parecida finalidad.

Creo que no. Hemos descubierto el láser o la resonancia nuclear magnética y no los hemos usado para hacer el mal. La especie humana se está pacificando a pesar de lo que pueda parecer. Las inteligencias artificiales se usarán bondadosamente.

¿Seremos capaces de simular un alma artificialmente?

Sí. Simular el alma es una de las tareas que corresponde a los científicos que podrán simular el comportamiento artificial de forma que no sea diferente a la del alma.

Dice usted que la ética sigue en manos de los humanos, de momento. Entiendo que le preocupa que pueda caer todavía en peores manos que las nuestras.

La ética sigue siendo humana e irreflexiva. No existe una ética supranacional aceptable por todos los humanos. El camino a recorrer es largo pero estoy seguro de que la segunda mitad del siglo XXI será el siglo de la ética.

¿Cómo será nuestra relación con las máquinas inteligentes?

Muy íntima y de amistad profunda. Las investigaciones ya analizan todo lo relacionado con la generación de emociones.

¿Podremos llegar a enamorarnos de una pareja virtual tan hermosa y cautivadora que nos haga perder la cabeza?

Sin duda. La gente se enamora de mitos, de artistas que no conoce y hasta del gato. Nos enamoramos de todo tipo de objetos y seres a los que damos nuestro afecto y por qué no de una voz artificial sedosa, sensual y cariñosa.

Una sofisticada generación de algoritmos invadirá nuestra intimidad. ¿Cómo será eso?

De momento como está siendo ahora, un tanto violento porque vemos como cuatro multinacionales poco éticas acaparan nuestros datos. Con el paso del tiempo, cuando legislemos eso, esa relación será más amigable y más acorde con los intereses humanos.

¿Cómo cuestiona nuestra superioridad intelectual la inteligencia artificial avanzada?

Lo que hay que tener claro es que la inteligencia artificial avanzada nos superará en la toma de decisiones y en otras tareas para las que los humanos seremos muy inferiores y tendremos que aceptarlo.

Veo que lo tiene muy claro.

Sí. Nos superará y al principio sobre todo en ámbitos especializados.

Entonces seremos gobernados por ella.

Más que gobernados, asistidos porque delegaremos todo en ellas.

Y no harán falta los políticos.

¡Ojalá los políticos fuesen máquinas inteligentes! La mayor parte de las decisiones que tienen que tomar no son políticas, sino de carácter tecnológico.

Si perdemos la capacidad de tomar nuestras propias decisiones, ¿qué queda en nosotros de humano?

Esa es la gran pregunta pero quizá lo que vivimos ahora es un sinsentido. Los humanos somos tan solo un eslabón en la evolución.

Al menos podremos pensar una nueva ética para los robots.

Ya se está estableciendo a través de muchas iniciativas, cada cual más caótica para dotar de ética a los robots, incluida una en el Parlamento Europeo. Se habla mucho pero se hace poco.

Quizá no nos hagan menor caso y la crearán ellas a su manera sin contar con nosotros.

A largo plazo, los robots no tendrán ningún interés en los humanos porque no encuentran ningún placer en atender a un humano. Seremos para ellos como hormigas y se despreocuparán de nosotros.

¿Hasta dónde nos puede llevar esa convivencia con seres superiores creados por nosotros mismos?

¿Qué es un humano aumentado en extremo? Eso es lo que nos deberíamos preguntar y qué puede llegar a hacer. Se trata de explorar los límites más allá del sustrato biológico.

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