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Tasa turística: ni demonizarla ni dramatizar el debate. No figura en el Botànic II porque «no está madura»

«De manera uniforme es impensable», sostiene Soler sobre la medida más polémica sin ser adoptada

La tasa turística se paga en decenas de capitales de Europa, incluidas algunas españolas. ¿Debería aplicarse en la Comunitat Valenciana? La polémica no es nueva, se arrastra desde la legislatura pasada, cuando quedó aparcada, como pasó en el acuerdo de Alicante para el Botànic II, al menos de manera explícita. Sin embargo, días después, Compromís y Unides Podem, ponían de nuevo la maquinaria del debate en marcha.

El conseller socialista de Hacienda no cierra la puerta a la iniciativa, aunque puebla de matices su posible aplicación. «Demonizar la tasa turística es una barbaridad, porque existe en media Europa, pero hay que verla desde el modelo turístico y en nuestra tierra hay muchos: el de costa no es el del interior y el de Torrevieja no es tampoco el de Benicàssim. De manera uniforme es impensable, porque el sector no estaría de acuerdo», sostiene Vicent Soler.

El titular de Hacienda aclara que el problema no está en su departamento, porque «no es un impuesto recaudatorio. Su lógica es de mejora del modelo, pero para eso has de contar con el sector. Si no lo tiene claro...»

Los hoteleros han salido esta semana para reiterar su no a la tasa turística, pero el vicepresidente Rubén Martínez Dallmau precisa que no toda la hostelería comparte esa opinión. El candidato de Unides Podem se manifiesta durante el encuentro el más claro defensor de la iniciativa. «Muchos empresarios admiten que va a venir», afirma. Y comparte que «hay que hablar con el sector y buscar soluciones, y que sea finalista». Pero «hay que desdramatizar el debate», precisa. «La iniciativa del alcalde Joan Ribó de que València sea pionera para ver cómo funciona me parece muy correcta. Puede ser un experimento interesante. La fiscalización de los apartamentos turísticos es mínima ahora; si hay una tasa de pernoctación, será una ayuda para controlar estos alojamientos y regularlos. Es positivo lo mire por donde lo mire», concluye.

La consellera de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica aboga por la flexibilidad. El mensaje lo extiende a cualquier iniciativa. ¿Por qué? «Porque nuestra realidad es diversa y siempre es bueno que los modelos se adapten a esa realidad. Las iniciativas siempre son mejores si son flexibles».

Mireia Mollà (Compromís) da la explicación de por qué la tasa turística quedó al margen del articulado del acuerdo del nuevo gobierno: «En el Botànic II no está porque no estaba suficientemente maduro. Hicimos un ejercicio lógico de dejarlo para el debate posterior, al que nadie nos negamos. A este y a otros que vendrán. Fue un ejercicio de inteligencia».

Dalmau matiza sobre los últimos hechos y recuerda los orígenes de la polémica. Podemos la intentó colocar en la legislatura pasada «y lo intentamos en acuerdo del nuevo Botànic». No está, pero «sí que habla en el punto 37 de los mecanismos necesarios para la sostenibilidad del turismo».

El vicepresidente verde pide un cambio de enfoque. «No debería llamarse tasa turística, sino verde o de sostenibilidad, porque lo que gravas es la huella ecológica o la precarización en el sistema turístico»,

En ese enfoque finalista no hay discrepancias entre los tres miembros del Consell. «La tasa ha de tener una finalidad directa clara, regeneradora del impacto del turismo. Entonces se percibe que no quieres recaudar porque sí, sino que buscas la reversión de un impacto», explica Mollà.

Vicent Soler eleva la mirada ante los riesgos de un sector «decisivo» en la economía valenciana: «El contexto mediterráneo favorecía que los clientes vinieran, pero nos hemos de preparar para contextos geopolíticos diferentes. No hay varitas mágicas, sino trabajar de la mano. Ubiquemos la reflexión en esa complejidad. No tenemos solo nosotros sol y playa».

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