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Vidas recuperadas tras la cárcel

La sala de exposiciones de la Ciudad de la Justicia acoge 'Nudos', una muestra fotográfica que ofrece una mirada integral de la población reclusa - El autor es Juan Molpeceres, un abogado que les ayuda a encontrar sus espacios

Vidas recuperadas tras la cárcel

Patrick tiene 56 años y pasó tres de ellos en la prisión de la Moraleja (Castilla y León). De nacionalidad guineana, un giro de guión le llevó hasta la soledad de una celda en 2003. Su vida cambió cuando una organización de València avaló su salida de la cárcel y le acompañó hasta encontrar su espacio en esta sociedad.

Patrick es uno de los 40 protagonistas de Nudos, la exposición de fotografías del abogado Juan Molpeceres, que desde el jueves se puede visitar en la Ciudad de la Justicia de València. Los retratos muestran la gente que ha pasado por el Casal de la Pau, una asociación sin ánimo de lucro orientada a la acogida y apoyo de personas que han estado en prisión y no tienen vínculos familiares ni recursos económicos.

Nudos habla de la belleza, de la belleza sin complejos ni prejuicios. De la belleza en absoluta libertad, de cómo mostrarla en la desnudez. Y es en la desnudez donde aparecen esos nudos, las marcas que deja en la piel el paso del tiempo en una celda.

«El paso por una prisión condiciona tu físico y la gente del Casal de la Pau tiene un físico especial, influido por esa trayectoria». Es la lección aprendida por el autor en los últimos 20 años como asesor jurídico de esta organización.

Juan Molpeceres es un reconocido penalista de València, aficionado a la fotografía, que dos tardes a la semana realiza un seguimiento de las causas de los usuarios de esta organización y las complicaciones que puedan derivarse de sus procedimientos judiciales.

«Con el paso de los años, me llamaba mucho la atención que la gente que yo atendía tenía un físico particular, pero yo no lo veía como algo negativo sino al contrario. Tenían un físico muy especial, marcado por sus circunstancias, nudos que representan historias de vida que de alguna manera se reflejan en la piel».

Las personas que han pasado por una prisión cuentan que allí todos los días son iguales. Las celdas son pequeñas, sin apenas espacio ni intimidad. Mantener la mente fría, reflexionar sobre lo que has hecho, es la única manera que encuentran para no perder la cabeza.

Cuando salen, su relación con el nuevo mundo que se encuentran es compleja, pues muchas veces no son capaces de tomar sus propias decisiones, ni de ser responsables con sus vidas y sus obligaciones. Es en esa fase de acompañamiento que realizan desde el Casal cuando surgió la idea de las fotos.

«Reaccionaron de una manera muy positiva. Se sorprendían por ser los protagonistas. Cuando lo habían sido era por ser el detenido, el acusado o el condenado. Y aquí eran las personas fotografiadas», apunta Molpeceres.

No hubo distinciones ni filtros en las sesiones, que se prolongaron durante meses. Todas se hicieron sobre un fondo negro y frente a la ventana del despacho que tiene este abogado en el Casal. «La luz siempre es la misma, del lado derecho hacía el izquierdo. Quería que se viera a la persona, que nada distrajera, que fueran iguales», razona el autor.

El resultado reveló que la belleza no es patrimonio de unos pocos, ni de la juventud ni de las medidas convencionales, sino que va más allá de unos rasgos perfectos. Y si algo es bello, se muestra y se recupera.

«Este es el ejemplo de que pueden recuperar sus vidas. Reinserción es encontrar tu espacio en la vida. Y a eso les ayudamos, a encontrar sus propios espacios». Como hizo Patrick.

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