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La brecha que el pupitre debe cerrar

Una campaña de la Fundación Secretariado Gitano denuncia que sobre los escolares recaen los estereotipos y la falta de referentes y expectativas

Estudiantes que han pasado por Promociona contaron su experiencia en La Petxina. f. bustamante

Se llaman Paco, Loles, Sara Juncal, Rafael y Juan Antonio y son cinco de los 325 jóvenes gitanos que en los últimos diez años han pasado por el programa Promociona de la Fundación Secretariado Gitano (FSG) de la Comunitat Valenciana.

Este programa educativo cumple una década en marcha y deja unos primeros datos esperanzadores: el 85 % de los niños que han pasado por él han obtenido el graduado de Educación Secundaria Obligatoria (ESO); el 87 % ha seguido con sus estudios más allá del nivel obligatorio; el 95 % de las familias están satisfechas y el 90 % se han interesado más por el sistema educativo. Además, el 80,3 % del profesorado considera que Promociona ha sido clave para que el alumnado se hiciera con el título y el 90 % cree que el programa también ha revertido en todos y todas, ya que opinan que mejora la convivencia en los centros educativos.

Durante este tiempo, según explica Lola Fernández, directora de la FSG en la Comunitat Valenciana, la fundación ha trabajado de forma conjunta con un total de 70 centros de las tres provincias valencianas. Además, este curso, en la Comunitat Valenciana, 20 orientadores educativos y profesores atienden a 100 alumnos de Primaria y ESO: ellos son el nexo entre los colegios e institutos y los hogares, y los apoyos que los menores necesitan para estudiar, ya que les dan clases de refuerzo y les acompañan durante los deberes.

Fernández detalla que, de los 325 estudiantes, «más de la mitad son niñas», y que el programa tiene «un impacto muy importante», ya que en España ha beneficiado a un total de 4.800 menores desde 2009. «Los chavales tienen referentes, ya que los pequeños ven a los mayores de ESO estudiando», incide.

Barreras invisibles

La de los referentes no es una cuestión sin importancia, puesto que la minoría étnica gitana, además de estar muy estigmatizada, cuenta con barreras como la de no tener ejemplos cercanos, lo que lastra la educación de los niños y niñas y, por tanto, su futuro. Como recuerdan desde la fundación, seis de cada diez menores aún abandonan el sistema educativo; únicamente el 17 % de las personas gitanas cuentan con estudios de Secundaria, frente al 77 % de la población general; y solo el 3 % de las mujeres y el 5 % de los hombres tiene un título superior, frente al 50 % total, lo que evidencia la «brecha existente», denuncia la FSG, a la que se suman otras, como la de género. Unas grietas que se abren desde el pupitre pero que desde el sistema educativo deben empezar a cerrarse.

La segregación escolar, la falta de referentes, las escasas expectativas de éxito o los estereotipos son algunas de las barreras que ha de superar el alumnado gitano desde edades muy tempranas y que son invisibles o inexistentes para el resto de la sociedad. Para poner esto sobre la mesa y concienciar tanto a la ciudadanía como a la Administración, coincidiendo con el aniversario de Promociona, la FSG ha creado la campaña «El pupitre gitano». Se trata de un pupitre físico que parece normal a simple vista pero que tiene varias imperfecciones que solo percibe quien se sienta en él: patas que cojean, inclinación de la mesa, un respaldo incómodo... «Las deficiencias son un símil con el sistema educativo, porque sigue habiendo prejuicios, y sobre los niños también recaen la falta de expectativas que hay en ellos, que hace que tengan niveles de autoestima muy bajos y que no crean en si mismos... y no hay nada peor», lamenta Fernández.

Para acabar con esto, los colectivos que representan a la población gitana demandan medidas específicas y un plan de choque educativo. La directora de la FSG en la C. Valenciana afirma que la lucha contra el fracaso escolar y el abandono temprano pasan por «destinar recursos suficientes, ya que el 80 % de las familias gitanas viven en situación de exclusión; y por facilitar el acceso a actividades extraescolares, material y comedor...», para garantizar la igualdad entre el alumnado.

Asimismo, Fernández defiende que la escuela «debe hacer suya la diversidad y aceptar todas las características de los niños y niñas que forman parte, sin que esto sea forzado, y que los menores sientan que la escuela también es gitana». «Necesitamos centros muy sensibilizados y que no segreguen», apunta. A la hora de afrontar el plan de choque, hay que hacer «una fotografía real de lo que pasa y deben intervenir todos los agentes, como las familias, los docentes, los chavales y las entidades sociales, ya que la escuela inclusiva debe estar abierta al entorno». Precisamente, Promociona -cuyo aniversario se celebró el martes pasado en La Petxina de València- une ese entorno: trabaja con las familias y los centros en beneficio de los estudiantes.

Ahora, niños y niñas que pasaron por las clases de la FSG hace años cursan ciclos de FP y grados universitarios, se encaminan hacia el mercado laboral, y ponen cara a las tasas de titulación, que han aumentado: del 6,4 % de la población gitana en 2005, al 17 % de 2018.

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