El problema estaba oculto y el tema era (y es) tabú. Pero las personas con diversidad funcional no son asexuadas. ¿Disfrutar de relaciones íntimas es para las personas con discapacidad una necesidad? La respuesta es sencilla: la misma que el resto de los mortales.

Ese fue el germen de un proyecto que mañana celebra su segundo aniversario. Se trata de la asociación Sexualidad Funcional, que no ha parado de trabajar desde que se fundara en 2017 «con el objetivo de trabajar para intentar que todas las personas puedan desarrollar su sexualidad de una forma satisfactoria».

La entidad cuenta con una sede ubicada en el centro de València (calle Doctor Gil y Morte 20), donde mañana, a partir de las 18 horas, se celebrará el aniversario con diversas actividades que incluyen desde una «performance» hasta música en directo.

Sexualidad Funcional persigue eliminar tabúes y barreras, abrir mentes, asesorar a las familias, trabajar con los usuarios, formar a trabajadores. Por ello trabaja con personas con y sin discapacidad. «Nuestros objetivos se dirigen a que todas las personas aprendan a conocerse, a aceptarse y a expresar su sexualidad de manera satisfactoria, prestando apoyos específicos e individualizados según la necesidad, frecuencia e intensidad que se requiera, según su edad y sus circunstancias. Para abordar la sexualidad en su globalidad y pluralidad, existe una necesidad no cubierta actualmente, se necesita una educación sexual diferente y una cartera de recursos diversos, para poder llegar a todas las personas; algunos de los cuales ofrecemos desde la asociación», explica la directora del proyecto, que cuenta con el apoyo del Cermi, Charo Ricart.

Actividades

La entidad no ha parado de trabajar en estos dos años. Ha realizado más de 70 asesoramientos sexológicos -para usuarios y usuarias, familias y profesionales que tratan con personas con diversidad funcional-; 20 talleres inclusivos -vivenciales y prácticos que aprovechan el hecho de la diversidad como elemento enriquecedor para el grupo y eliminan la idea de la diversidad como razón para segregar las personas en grupos homogéneos-; alrededor de 100 talleres específicos (para abordar la sexualidad en grupos con características similares); más de 15 terapias y talleres individuales o de parejas -para personas que por su condición personal o por su demanda, requieren tratamiento personalizado y específico-; y más de 20 formaciones tanto para profesionales de centros educativos y asociaciones, como para familias de personas con diversidad funcional, para dotarlos de herramientas a la hora de acompañar y apoyar a la persona con discapacidad en su desarrollo sexual.