Las pruebas médica practicadas a todos los internos y policías destinados en el CIE ante la posibilidad de que se hubiesen contagiado de tuberculosis por haber compartido ese espacio con un interno rumano infectado con el llamado bacilo de Koch han dado negativo en las pruebas médicas definitivas a las que han sido sometidos esta semana. Así las cosas, el centro de internamiento de extranjeros de València, ubicado en el complejo policial de Zapadores, ha recuperado la normalidad y vuelve a funcionar a pleno rendimiento.

De hecho, alguno de los internos ya ha salido del CIE tras la verificiación clínica de que no había sufrido contagio de ningún tipo. El último en salir, ayer mismo, es un interno que había solicitado asilo. La admisión a trámite de esa petición, dado que cumplía todos los requisitos para hacerlo, supone su inmediata puesta en libertad al conllevar la suspensión del internamiento mientras la Oficina de Asilo y Refugio del Ministerio del Interior tramita el expediente y decide si se le concede o no.

Dos días antes, también había abandonado el centro otro interno, en este caso para ser expulsado, una vez que las pruebas médicas descartaron que se hubiese contagiado.

La alarma saltó el pasado 5 de febrero, después de que los médicos confirmaran que un interno rumano de 47 años, llegado el 28 de enero al CIE de València, había dado positivo a tuberculosis en las pruebas diagnósticas a las que fue sometido en su segundo ingreso hospitalario en un plazo de solo cuatro días.

La Jefatura de Policía descartó el cierre del centro, pero sí tomó algunas precauciones, como el sellado de la habitación en la que había pernoctado el interno infectado y la distribución de mascarillas entre los policías y el resto de ingresados, si bien estos denunciaron públicamente que no todos recibieron la protección.

Además, todas las personas que habían cohabitado con el infectado en esos días, tanto internos, como trabajadores y policías, fueron sometidos a la prueba d ela tuberculina o de Mantoux. Todos, menos 12 internos, dieron positivo, aunque ese resultado únicamente reveleba que habían estado en contacto con el bacilo en algún momento de sus vidas -la inmensa mayoría, porque habían sido vacunados-, pero no que estuviesen infectados.

Por esa razón, los médicos sometieron a todos esos falsos psoitivos a pruebas complementarias y definitivas, que son las que han certificado que ni una sola persona ha contraído la enfermedad por haber estado en contacto con el interno con tuberculosis.