València apenas tiene tráfico ni viandantes, como en un 1 de enero pero sin resaca. Como también ocurre en el primer día del año, los hay quienes se han levantado más o menos temprano y se han ido al cauce del río a pasear, a hacer deporte o a jugar con los niños. Pero en este 14 de marzo, domingo, primera mañana desde que el Gobierno de España obliga por decreto a los ciudadanos a estar confinados en sus casas para evitar la propagación del coronavirus, lo que en año nuevo puede ser raro ahora está prohibido.

Rebecca, Nick y Jaid son tres estudiantes ingleses que llevan un año en València y que cerca del mediodía se disponían a hacer deporte en el jardín del Túria. Para ello, no dudan en saltarse las cintas que acaba de colocar la Policía Local en los accesos al río para impedir el paso de viandantes, deportistas y ciclistas. «¿Esto no era a partir del lunes?», pregunta Nick sobre la orden de confinamiento. Y lo mismo pensaba Daniello, un italiano que corría a buen ritmo y se cruzaba con Igor, que sí sabía que estaba obligado a quedarse en casa pero que no lo había hecho «porque necesito hacer ejercicio. O salgo a correr, o pastilla en casa. Y yo prefiero correr que la pastilla».

«Hay mucha gente corriendo y paseando, e incluso hemos visto a familias que han bajado con los niños a los columpios», explicaba uno de los agentes de la Policía Local que se dedicó precintar los accesos del viejo cauce. Esta gente se enfrenta desde ayer a sanciones de entre 100 y 600 euros por ignorar el Real Decreto publicado ayer en el BOE que establece las normas para el estado de alarma.

«De momento no vamos a multar a nadie, solo vamos a informar de que no pueden estar por aquí -añadía el policía-. Pero es que hay que tener un poco de sentido común. Acabamos de ver a un hombre que iba con el niño y nos ha dicho: no, es que se viene a acompañarme a la farmacia».

Otra patrulla circulaba por los viales interiores del cauce y paraba ante un grupo de turistas que tomaba el sol sobre el césped. «Vinimos el viernes desde Bélgica y nos vamos esta tarde. Pensábamos que allí la situación estaba peor», explicaba uno de los turistas mientras se calzaba e incorporaba tras la advertencia de la policía. Cerca, Yolanda y Juan, valencianos, caminaban deprisa (o corrían lento) y pararon cuando vieron de lejos a los agentes. «Creo que si vamos a este ritmo no hay problema y por aquí no va a haber una masificación».

«¿Y los que van con los perros, qué?», preguntaba una mujer que paseaba con su marido y que después, cuando recibió las correspondientes explicaciones, le hizo un gesto al policía como pidiéndole perdón. «A los que pasean a los perros -le aclarará el agente a este periódico-, les estamos diciendo que no se encanten, que pueden sacar los perros pero que no aprovechen para darse un paseo».

Turismo en las calles desiertas de València por el coronavirus

También durante toda la mañana se pudo ver gente saltándose la cuarentena en el centro de València para disfrutar del domingo, visitar los sitios más emblemáticos e incluso los pocos monumentos falleros que todavía ocupan las calles. Algunos añadían a su paseo la emoción de tener que huir de la policía, que recorría la ciudad avisando a los escépticos. «No me puedo quedar en casa porque yo soy un 'runner' de València -confesaba un joven-. Además, correr es bueno para no coger el coronavirus».

En los puntos más turísticos de la ciudad -la Plaza del Ayuntamiento, donde aún aguarda la falla municipal, la de la Virgen, la calle Colón, el barrio del Carmen, la Ciutat de les Arts-, paseaban los pocos turistas que todavía permanecían ayer en València haciendo escaso seguimiento de las normas. Había incluso alguno que aseguraba que era «muy buen momento para ver la ciudad»; pero también quienes confesaban la preocupación de sus familias y dudaban entre volver a sus países de residencia o permanecer un tiempo más en València.

«Me gustaría volver a Inglaterra, pero los vuelos ahora están muy caros», lamentaba una estudiante de Erasmus que había bajado de su piso en la calle Moro Zeit para comprar en un comercio de comidas para llevar. Esta zona del Carmen está tan tranquila que se oye a la perfección las conversaciones y la música del interior de las casas. «Todo el mundo necesita un beso», cantaba alguien con evidente despreocupación.

Porque -turistas, despistados y 'runners' aparte-, la gran mayoría de los habitantes de la ciudad cumplieron ayer con las medidas de urgencia establecidas por el Gobierno. «Llevo desde las ocho y media y no ha entrado ni un coche», ejemplificaba el vigilante de un aparcamiento en la calle Pizarro. Aram solo había atendido a dos personas en su pequeño comercio de alimentación de la calle Alta. «Esta tarde voy a tener que cerrar, y eso hace mucho que no lo hago».

Las pocas personas que decidieron salir de sus casas lo hacían para comprar comida o artículos de primera necesidad, acudir a su puesto de trabajo o pasear a sus mascotas. Aseguraban seguir las normas de higiene, no tocar nada y salir «con cautela»: «Se nota que la gente se lo está tomando en serio», señalaba un vecino que volvía a casa después de pasear a su perro.

Pilar, la dependienta de la casa de comidas a la que irá la universitaria inglesa, aseguraba que la actividad ayer era la de cualquier domingo, o quizá un poco menos: «Está viniendo la gente que suele venir todos los fines de semana. La diferencia es que normalmente vienen en grupo y hoy están viniendo de uno en uno».

En la librería y quiosco Izquierdo, frente a la estación de Ángel Guimerá, Pili, la propietaria, también explicaba que el flujo de clientes estaba siendo el habitual de los domingos pero a un ritmo mucho más rápido. «Vienen a por el periódico, y a casa. O van al horno y a casa, o con el perro y a casa. No se paran y no pierden el tiempo».

En la Plaza del Ayuntamiento tan solo se mantenían abiertos los comercios de primera necesidad, como farmacias y quioscos, hoteles y hostales. Los tradicionales puestos de flores permanecían cerrados y sólo La Violeta abrió para prestar servicio a domicilio. En estos día, señalaba su responsable, habían perdido cerca de 15.000 euros con las flores que iba a entregar por fallas y cuyo importe han tenido que devolver.

El transporte público, otro de los sectores más perjudicados por la crisis del coronavirus en València esperaba el avance de las horas con muy poca actividad. Los taxis y autobuses, aguardaban en sus paradas para prestar un servicio que ha caído en picado: «Apenas una decena de personas ha subido en toda la mañana», confesaba un conductor.

Hasta 30.000 euros de multa y hasta 3 años de cárcel

El Real Decreto 463/2020 de 14 de marzo, que entró en la medianoche del domingo en vigor tras su publicación en el BOE, permitirá no solo imponer multas de hasta 30.000 euros en caso de que la ciudadanía incumpla las medidas impuestas por el Estado de Alarma, sino también la detención de quien desobedezca o se resista a ello antes las fuerzas de seguridad.

Aplicación de la «ley mordaza» y del Código Penal

Aplicación de la «ley mordaza» y del Código PenalPara ello, se aplicarán las sanciones previstas en la Ley Orgánica de Protección de Seguridad Ciudadana, más conocida como la «ley mordaza», y el Código Penal, cuando se cometan los delitos de desobediencia y resistencia a la autoridad.

Fuerzas de Seguridad del Estado con colaboración privada

Fuerzas de Seguridad del Estado con colaboración privadaLas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, que en esta situación podrán contar con la colaboración de la seguridad privada, según la orden ministerial aprobada ayer para implementar el decreto del domingo por la noche, podrán sancionar, por tanto, con esas dos normas jurídicas a quien no cumpla las restricciones fijadas por el Gobierno en aplicación del estado de alarma decretado para hacer frente a la pandemia por coronavirus.

Cuerpos estatales, autonómicos y locales coordinados por Interior

Cuerpos estatales, autonómicos y locales coordinados por InteriorTodos los cuerpos policiales estatales, autonómicos y locales han quedado desde la medianoche del domingo bajo la coordinación del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.

Los policías podrán recurrir a una ley que se iba a derogar

Los policías podrán recurrir a una ley que se iba a derogarLos policías podrán recurrir al artículo 36.6 de la «ley mordaza», una norma aprobada entre fuertes críticas de la oposición con la mayoría absoluta del Ejecutivo de Mariano Rajoy (PP) y que el propio ministro Grande-Marlaska ha prometido que derogará, dentro del acuerdo de gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos.

Entre 601 y 30.000 euros por desobediencia y resistencia

Entre 601 y 30.000 euros por desobediencia y resistenciaEl artículo 36 regula las infracciones graves, con multas de entre 601 y 30.000 euros, y en su punto sexto contempla sanciones por: «La desobediencia o la resistencia a la autoridad o a sus agentes en el ejercicio de sus funciones, cuando no sean constitutivas de delito, así como la negativa a identificarse a requerimiento de la autoridad o de sus agentes o la alegación de datos falsos o inexactos en los procesos de identificación».

De tres meses a un año de prisión

De tres meses a un año de prisiónEl Código Penal también fija en su artículo 556 penas de prisión de tres meses a un año o de seis a 18 meses de multa a los que «se resistieren o desobedecieren gravemente a la autoridad o sus agentes en el ejercicio de sus funciones, o al personal de seguridad privada, debidamente identificado, que desarrolle actividades de seguridad privada en cooperación y bajo el mando de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad».

Regulación del delito de atentados contra la autoridad

Regulación del delito de atentados contra la autoridadEl citado artículo del Código Penal remite igualmente al artículo 550, que regula el delito de atentados contra la autoridad, sus agentes y los funcionarios públicos, y de la resistencia y desobediencia.

Hasta 3 años de prisión por atentar contra los funcionarios

Hasta 3 años de prisión por atentar contra los funcionariosEn este caso se incluye también «actos de atentado los cometidos contra funcionarios docentes o sanitarios que se hallen en el ejercicio de las funciones propias de su cargo», con penas de prisión de uno a cuatro años y multa de tres a seis meses si el atentado fuera contra autoridad y de prisión de seis meses a tres años en los demás casos.

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