«Los brazaletes se los tendrían que poner los balcones», aseguró ayer Carmen Herranz, cuyo hijo de 20 años padece autismo (TDA). «No pienso identificar a mi hijo con algo así. Él tiene derecho a salir a la calle. Lo que hay que pedir es respeto», insistió esta madre. Su crítica va en la línea de muchos colectivos, que han llamado a la solidaridad de los vecinos, con tal de poner fin a una caza de brujas desde los balcones. Es el caso del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi), que ha lanzado una campaña especial para informar a la población sobre los paseos de las personas con enfermedades mentales, discapacidad intelectual o autismo. Otras, como la Plataforma de Defensa TDA València ha preferido formar parte del debate desde el respeto a las familias que «se hayan visto obligadas a colocarse un brazalete azul».

«No es lo ideal, en absoluto, pero si esa es la única manera que tienen las personas para no ser increpadas en la calle, adelante», señaló Alejandro Amblar, portavoz de la plataforma, que no se muestra a favor de la medida. «Lo ideal sería que nadie increpara a nadie desde los balcones bajo ningún concepto, pero no vivimos en un mundo ideal. Ellos tienen todo el derecho a salir y a no identificarse con ninguna señal. es injusto», asegura Amblar. «Aunque entendemos perfectamente la posición de las familias que deciden ponérselo. Cuando los vecinos increpan desde sus casas, si la persona que está paseando es un niño puede que no se entere, pero si es un adolescente o un adulto te aseguro que sabe que le están gritando, y eso le puede afectar mucho», explica.

Las plataformas recomiendan llamar a las fueras de seguridad del Estado en caso de que alguna familia se vea increpada al salir a la calle, una recomendación que suscribe la Guardia civil.

La campaña «brazaletes azules» se inició la pasada semana, cuando el video de una madre increpada por la calle con su hijo se hizo viral. En el video, la mujer propuso utilizar pañuelos azules para señalar a los vecinos que en ese momento estaba acompañando a una persona TDA con derecho a salir a la calle. La campaña fue apoyada por diversos colectivos, como algunos profesionales de educación especial, bajo el lema: «No es capricho, es necesidad». «Como profesionales de la educación que día a día trabajamos con personas con TEA y otros trastornos de la conducta, nos unimos más que nunca a este movimiento de reivindicación. El respeto no debería entender de etiquetas».