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Solidaridad franciscana en la puerta del Centro de Acogida

Los usuarios de la entidad ubicada en Palma de Gandia suplen la labor de cincuenta voluntarios Muchos dejan la comida a la puerta del recinto

Solidaridad franciscana en la puerta del Centro de Acogida

Medio centenar de usuarios del Centro de Acogida San Francisco de Asís, situado a las afueras de Palma de Gandia, se han quedado sin sus voluntarias, decenas de personas de la comarca de la Safor que, cada día, sin descanso, acudían para atenderles. Limpieza, cocina, reparto de las raciones, cuidados básicos a las personas impedidas, algunas enfermas y todas ellas sin recursos para subsistir dignamente con sus medios. Todo un mundo de solidaridad que, en poco tiempo, ha convertido este recinto regido por tres franciscanos en uno de los más populares y queridos de la comarca.

Pero todo cambió con el decreto del estado de alarma. José Ruiz, uno de los tres franciscanos que dirigen el centro, señala que incluso antes de la orden de distanciamiento social ellos ya habían cerrado el recinto por instrucciones de la orden religiosa. Así que ya hace más de tres semanas que, en el aspecto interno, se las tienen que arreglar ellos.

«Los más jóvenes han ido cubriendo las actividades que antes hacían voluntarios», señala el religioso, quien también reconoce que, «con todas las precauciones», tres empleados siguen acudiendo para ayudar.

Eso sí, lo que no cambia es la solidaridad. Numerosos colectivos, aprovechando el cierre de bares, restaurantes y hoteles, han seguido llevando la comida perecedera puntualmente. «En algunos casos la dejan en la puerta, nos llaman y nosotros salimos a recogerla», indica el José Ruiz, quien no teme quedarse sin lo imprescindible. Además, la Cruz Roja de Gandia, otra de las entidades colaboradoras, también está al tanto y aporta los productos que necesita.

El cambio se nota, pero en estas condiciones se soporta y se valora solo lo importante. «Como ahora tenemos que cocinar nosotros mismos, han desaparecido los buenos platos que nos elaboraban voluntarias», dice el fraile Ruiz, quien añade que se opta por menús «tipo rancho» para los usuarios y las otras personas, en su mayoría religiosos, que atienden el centro en unas condiciones tan inesperadas.

La Conselleria de Sanidad mantiene contacto con este centro a través del correo electrónico y actualiza los protocolos para evitar que se produzcan contagios, entre ellos el cierre de las instalaciones hasta nueva orden. Hasta ahora no hay nadie con síntomas y se extreman las precauciones dada la alta vulnerabilidad de los residentes, especialmente durante el traslado de dos de ellos que reciben periódicas sesiones de hemodiálisis en el hospital de Gandia.

Durante estos días, además de prestar especial atención a las condiciones de salud de cada usuario, los responsables intentan evitar que vean las noticias de televisión que, machaconamente, repiten el número de afectados y de fallecidos por la pandemia. «Hacemos vida más o menos normal, saliendo por las zonas abiertas los días de sol. Mejor, pienso, que estar en un piso pequeño», concluye el fraile franciscano que coordina las labores.

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