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"Apenas vendemos monas"

La propietaria de La Vicentica de Xaló, un histórico horno de la comarca, dice que las familias compran la levadura y se hacen el dulce de Pascua en sus casas

Una de las empleadas muestra las monas recién horneadas. a. p. f.

«Apenas vendemos monas. Tenemos todo el año y, en enero, que es uno de los meses más flojos, vendimos más que ahora». Francisca, la propietaria de uno de los hornos con más historia de la Marina Alta, La Vicentica de Xaló, se toma estos duros tiempos con resignación. «Todos estamos igual. En realidad, hay quien está peor. Los bares no pueden abrir. Nosotros al menos vendemos pan y podemos dar un servicio», afirma.

Otros años por estas fechas esta panadería y pastelería, que abrió en el actual local en 1967, pero que pertenece a una familia que ya en 1920 se ganaba la vida amasando pan y monas, era un no parar. Llegaban clientes de toda la Marina Alta e incluso de València. Los dulces de Pascua de La Vicentica, al igual que sus pastissets de Nadal, tienen fama. Pero este año, con la crisis del coronavirus, todo es distinto.

«Siempre empezábamos el 1 de marzo a hacer una barbaridad de monas. Ahora no las vendemos. Ha bajado drásticamente. Es normal. No se puede venir de otros pueblos a comprarlas», explica Francisca. «Y la gente tampoco va a poder salir al campo a comerse la mona. Lo de estos días nunca lo habíamos vivido», afirma.

Además, la dueña del horno añade otro motivo. «Las familias están encerradas en casa y aburridas. Sí que, cuando vienen a por el pan, se llevan levadura. Se hacen las monas en casa y así entretienen también a los niños».

Sí, la repostería casera está en auge. Hace más llevadero el confinamiento. Y lo endulza.

En La Vicentica, como en todos los hornos tradicionales, echan de menos el trajín de otras Pascuas. Sí que hay algún cliente que al ir a comprar el pan se lleva alguna mona o un panquemado. Estos últimos dulces son más austeros. Tienen un pelín más de salida en estos sombríos días de epidemia de coronavirus y estado de alarma. La mona, con el huevo y algunas con forma de culebra y decoradas con virutas de chocolate, son más festivas. Evocan más la alegría campestre.

Este año, sin Semana Santa y con la Pascua en el alero (no se sabe si se alargará el confinamiento), al menos quedan los siempre gozosos (y golosos) dulces.

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